Michael, un joven de la provincia de Nápoles, hace dos años puso en riesgo la vida de su compañero y comprometió la propia, ganándose una condena penal y la permanencia en una prisión juvenil. Hoy, gracias a los esfuerzos de muchos educadores y al compromiso de la comunidad de alojamiento de los Salesianos de Torre Annunziata, su vida está cambiando. Y parte de una petición de perdón y reconciliación. Era la noche del 3 y 4 de agosto de 2011, poco después de la medianoche, en el área de la “movida” de Portici, una ciudad no muy lejos de Nápoles. Una mirada, una palabra de más, un intento de acercarse a las jóvenes del otro grupo. Comienzan los insultos, las provocaciones, los empujones, las amenazas. Michael sacó un cuchillo y ataca a uno de sus rivales hiriéndolo gravemente. La lucha fue captada por varias cámaras, Michael fue reconocido por tres testigos y su posición se vio agravada aún más por la persecución de los Policías hasta su casa y la presencia de los afectados en su núcleo familiar. Hoy, después de casi dos años, Michael ha realizado un sueño que maduró en los últimos meses: encontrar el joven al que ha hecho el mal, amenazando con matarlo, y finalmente pedirle disculpas. El encuentro tuvo lugar el pasado 11 de abril en la Oficina de Conciliación. Una petición de perdón que fue el resultado de dos años pasados entre la cárcel y la comunidad; de noches sin dormir por pensar y reflexionar en el daño cometido y sobre lo que en esa noche pudo suceder. “Nunca pensé que mientras más tiempo pasase, más fuerte sería mi deseo de cambiar. – dice hoy Michael – Me di cuenta del mal que hice ese día, de tantas tonterías que hacía a menudo con los amigos. ¡Créame! ¡Lo juro! Hoy soy otro Michael. Un joven que ama estar con otros, divertirse jugando un partido de fútbol en el oratorio, charlando con los educadores en comunidad, creciendo, yendo a la escuela, con la esperanza de obtener el diploma”. El encuentro fue muy emotivo para él: “Yo estaba emocionadísimo, porque no creía que aceptara encontrarse conmigo. Yo le dije que no guardaba resentimiento hacia él por estos dos últimos años de medida cautelar, porque me equivoqué, lo sé, y debo pagar. Pero yo también le pregunté si podía perdonarme y si estuvo de acuerdo en vernos es porque estoy seguro de que tampoco él guarda rencor en su corazón. Y también lo siento por el sufrimiento que su familia ha pasado, en particular, su madre”. Michael hoy es acogido en una comunidad para menores orientada por los salesianos en la que debe pasar otros dos años de medida cautelar. Pero ya hoy es un joven diferente. Fuente: InfoANS |
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