El Papa Francisco en el marco de una semana ya ha captado la simpatía de todos. ¿El secreto? Por supuesto se aloja en el primer “buenas noches” pronunciado el miércoles desde el balcón de la Basílica de San Pedro. El Papa Francisco en estos primeros días ha intervenido en asuntos de la pobreza, de la paz y de la misericordia; hay, sin embargo otro aspecto a considerar, su estilo de comunicación. Muchos operadores de comunicación y revistas han mostrado y presentado varios episodios en los que el Papa Francisco, rompiendo los protocolos, ha dado a conocer algunos rasgos de su personalidad amigable, simple y, sobre todo, cercana a la gente. Los contenidos de sus primeras intervenciones se sustentan en su modo de relación; indiscutibles son las llamadas a la paz, al cuidado de los pobres y a la misericordia, admirables son los gestos y el estilo con los cuales se está relacionando con los demás. Los teóricos de la comunicación nos han enseñado que cuando una persona comunica y transmite información sea en orden al contenido, al mensaje (lo que dice) y en orden a la relación, al contacto que quiere establecer con quien tiene en frente (esto es, “qué soy yo para ti y lo que tú eres para mí”). Nosotros cuando comunicamos enviamos mensajes, confiados no solo a los lenguajes verbales, que implícitamente tienden a definir y cualificar la relación en curso. Los saludos “Buenas noches” del miércoles 13 de marzo, el “buenos días” y luego el “buen domingo y un buen almuerzo”, con los cuales ha introducido y concluyó su primer Ángelus el domingo 17 de marzo, son en realidad mensajes complejos a través de la apertura e introducción, constituyen el marco en el que el Papa ha querido poner sus intervenciones. No son saludos litúrgicos, sino saludos cordiales y fraternos, propios de una comunicación que se quiere establecer entre pares. Durante su intervención en el Ángelus, después de referirse a un libro del card. Kasper, amablemente dijo: “Y me hizo tanto bien, aquel libro, pero no crean que hago publicidad a los libros de mis cardenales”. En esta expresión se encuentra un breve intercambio espiritual personal y una buena broma. En la audiencia, con los representantes de los medios de comunicación social, congregados el sábado 16 de marzo en el aula Pablo VI, dio a conocer su delicadeza de ánimo cuando, al concluir, dijo: “Les dije que les daría mi bendición de corazón. Dado que muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia Católica, otros no son creyentes, os imparto de corazón esta bendición, en silencio, a cada uno de ustedes, respetando la conciencia de cada individuo, pero sabiendo que cada uno de ustedes es un hijo de Dios. Que Dios los bendiga”. Los periodistas no creyentes en Cristo, se sintieron respetados, pero al mismo tiempo no excluidos. Interesante también el comportamiento que el Papa Francisco tuvo el domingo por la mañana: al final de la Eucaristía celebrada en la parroquia de Santa Ana en el Vaticano, donde presentó a los fieles sus compañeros con un estilo sencillo y cordial y, a continuación, de pie fuera de la iglesia saludó a los peregrinos que salían como un buen párroco. ¿Este gesto es más fuerte y más eficaz que una rúbrica litúrgica? Lo que sorprende es “cómo” dice las cosas. Por esta razón, es bueno “escuchar” al nuevo Papa por lo que nos dirá con su magisterio ordinario y extraordinario y, al mismo tiempo, por cómo nos lo comunicará. Fuente: InfoANS |
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