La Iglesia universal comienza este domingo el tiempo de Adviento. Ofrecemos un especial web para acompañar estas semanas en comunidad y en familia. Es la fiesta en que la humanidad revive el mayor Regalo que hemos recibido en nuestra historia: a Dios hecho hombre en Jesucristo. Pero la palabra “regalo”, tan presente en estas semanas que anteceden a la Navidad, no suele referir a ese maravilloso Don. Invitamos a releer el capítulo IV.4 de la Carta Pastoral del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal “Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile“, para desde la clave de la cultura del don y la gratuidad poder orientar este tiempo de Adviento. Que estas líneas ayuden a reflexionar, en la familia, en las parroquias y comunidades, en colegios, universidades y movimientos, cuál es el sentido profundo que la Navidad tiene en el hoy de nuestras vidas. Para ello, el portal web del Episcopado chileno www.iglesia.cl pone al servicio de todos un especial con diversas ayudas pastorales y didácticas, que se irán enriqueciendo con el aporte de las mismas comunidades, también con la interacción en las redes sociales. Bienvenidos al especial de Adviento y Navidad: Ir al especial Jesús nos ayuda a valorar el servicio y lo gratuito “En esta sociedad centrada en lo económico, en el lucro y no pocas veces en la usura, donde todo es medido por el dinero, donde se confunde el valor con el precio, Jesús nos enseñó que lo más humano de lo humano no tiene precio, pero tiene máximo valor. Lo más humano no se compra ni se vende: se da y se recibe como un don, comenzando por la vida, la amistad y la alegría. Nadie puede comprar una sonrisa. Hoy parece ser más importante una factura comercial que una carta de amor. Una obra de arte vale por los dólares que se pagan por ella en las subastas más que por su belleza. La tarjeta de crédito ha adquirido un valor casi sagrado. La poesía se ha convertido en prosa. El pobre por ser pobre puede entender mejor que otros esta dimensión esencial del cristianismo que es la religión de lo gratuito. La religión cristiana nos enseña que el favor de Dios se da como un regalo; ella nos recuerda que es Dios quien viene a nosotros porque nos ama. Jesús nos enseñó que su Padre nos quiere sin condiciones, que no nos ama porque nos portamos bien e hicimos nuestras tareas, sino simplemente porque nos quiere. Ahí el más débil y el pecador tienen un lugar y no son marginados. María ocupa un lugar central en nuestra devoción porque en ella queda de manifiesto que todo es obra de Dios, gracia, regalo. La Virgen fue llena de gracia no por sus méritos sino porque Dios se prendó de ella y la amó hasta el extremo, y por eso fue bienaventurada. En ella “el Señor hizo obras grandes” porque humildemente se abrió a sus dones y ella colaboró (30). La gratuidad, el abrirse al regalo, a gozar lo que hay que gozar como un don, es de máxima relevancia en una sociedad que todo lo calcula, todo lo mide, todo lo pesa. ¡Qué bien nos hace promover una cultura del don y de la gratuidad! En esta sociedad pragmática y productivista no se valora ni se educa para la amistad, la contemplación, la humilde alegría, el juego, ni mucho menos para el descanso. La poesía, el arte y la belleza son expresión de esta dimensión ineludible de lo humano y lo divino. El mercado tiene poco o nada que decir frente a esta realidad. Ligada a la visión de gratuidad frente al universal deseo de lucro, está la visión de la vida como servicio. En un mundo donde los alumnos suelen entrar a las universidades para aprender y salir para lucrar, la idea es formarlos en un humanismo que les permita entrar para aprender y salir para servir, para entregarse a los demás, a su familia y a su sociedad. Nuestra fe no desprecia el trabajo ni el esfuerzo, pero la razón última de ese trabajo es el amor y no la codicia; es el servicio y no el poder”. (Carta Pastoral “Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile”, IV.4). – Ir al especial de Adviento y Navidad Fuente: Prensa CECh |
|
Noticias relacionadas:
{module 98} {module 67} |