Los santos muestran a la gente el Evangelio vivido, testimoniado y proclamado

Durante la duodécima Congregación General del Sínodo de los Obispos el 15 de octubre habló el cardenal Angelo Amato, sdb, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. A continuación presentamos un breve resumen de su discurso.

En los “Lineamenta” hay unas cuarenta referencias tanto sobre la santidad como sobre la conversión a Cristo y la acogida llena de su gracia, a los santos como un elemento esencial de la nueva evangelización: “El último secreto de la nueva evangelización es la respuesta a la llamada de todo cristiano a la santidad” (Instrumentum Laboris n. 158). El tema de la santidad de la Iglesia en el ser y actuar de sus hijos constituye una parte importante del documento.

¿Por qué esta insistencia? Porque en los santos la Iglesia ofrece a la gente la visión edificante del Evangelio vivido, testimoniado y proclamado “sine glossa”.

Los santos, en realidad, evangelizan a través de su vida virtuosa, alimentada por la fe, la esperanza y la caridad. Ellos encarnan las bienaventuranzas, que son un fiel reflejo de Cristo: bienaventurados los pobres, los mansos, los limpios de corazón, los misericordiosos, los pacíficos, los perseguidos. Ellos responden con extraordinaria creatividad al mandamiento del amor a Dios y al prójimo: tuve hambre y sed, y me disteis de comer y beber, fui forastero y me acogisteis, enfermo y en la cárcel y me visitasteis.

Los Santos abrazan a la humanidad con su caridad, haciendo la vida mejor, más pacífica, más fraterna. Por eso los días de nuestro calendario están marcadas con los nombres de los santos. La historia de la Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente, Norte y  Sur, registra los santos de todas las épocas y todos los países, de toda raza, lengua o cultura, porque la gracia del Dios uno y trino es como el rocío de la mañana.

Esta se posa en todas las plantas en el jardín, pero sobre la rosa es roja, sobre las hojas es verde, sobre los lirios es blanca. Así es la santidad, que, siendo única como don divino, penetra ligera y transformante en los corazones de los hijos de la Iglesia en todas las partes del mundo, en Asia como en África, en América como en Oceanía o Europa. Hay santos mártires, santos confesores, santos doctores de la Iglesia. Todos son testigos de Cristo y evangelizadores.

Fuente: InfoANS

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