Seguir radicalmente a Jesús

El Arzobispo de Santiago, Mons Ricardo Ezzati, presidió este miércoles 15 de agosto la misa de la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María para los miembros de las congregaciones religiosas, en la iglesia Santo Domingo de Santiago, y pidió a los presentes imitar a María en su ejemplo de fe radical, servicio y esperanza.

La eucaristía fue concelebrada por una veintena de religiosos y contó con la participación de centenares de hombres y mujeres consagrados de las diversas congregaciones y de institutos de vida consagrada, además de laicos vinculados a esos carismas.

El padre Sergio Pérez de Arce, ss.cc, presidente de la Conferencia de Religiosos de Chile, Conferre, precisó que “hoy día celebramos una fiesta de la Iglesia, la Asunción de la Virgen. Reconocemos que la Virgen vive en la plenitud y es modelo en la fe para todos los creyentes. En este día, la Iglesia entera ha querido celebrar el Día de la Vida Consagrada, de la vida religiosa, porque quisiéramos, a imitación de la Virgen y en seguimiento de Jesús, darnos por entero al Señor, a nuestros hermanos, en un espíritu de servicio, de consagración plena”.

En Chile hay cerca de 150 congregaciones femeninas y unas 50 congregaciones masculinas.

La hermana Sandra Henríquez, de las Carmelitas Misioneras, vicepresidenta de Conferre, señaló que “queremos proclamar que el Señor es grande, que hace maravillas en nosotros. Somos llamados a ser un signo de que Dios en nosotros hace obras grandes para el Reino, para la gente. Esta misión es doble o triple en este tiempo de secularización. Se requiere de nosotros mucha fidelidad, mucha valentía y seguir siendo un signo de que en Dios todo es posible”.

Un “sí” radical al Señor

Monseñor Ricardo Ezzati agradeció a Dios la vocación consagrada en la Iglesia expresada en los diversos carismas de vida religiosa. Refiriéndose al testimonio de la Virgen María destacó en su homilía, en primer lugar, su íntima relación con Dios, su fe profunda. “Es la fe en Dios la que hace de verdad grande a la persona humana”, dijo, y señaló que la vida cristiana parte, se desarrolla y llega a su plenitud en la experiencia de creer en Dios, de “reconocer, sobre todo quienes han sido llamados a la radicalidad del seguimiento de Jesús, que sólo Dios basta”. Y luego se preguntó: “¿No será justamente éste el primer testimonio y el primer servicio, el más radical y más importante de nuestra vida de consagrados y consagradas para el hombre y la mujer de hoy? ¿No será reproducir en nosotros ese “sí” a Dios? Justamente, en este mundo marcado con tantos signos de secularismo, ¿no será nuestra radicalidad en el seguimiento de Jesucristo, la primacía de Dios en nuestra vida, el servicio más esencial que la vida religiosa está llamada a prestar al mundo de hoy? Yo estoy convencido que el primero de los desafíos de la vida consagrada hoy en la Iglesia es la radicalidad de ese “sí” al Señor”.

Volver a la fuente de los fundadores

Luego, el Arzobispo de Santiago resaltó que la Virgen llegó “a la gloria de la asunción a través de una vida entregada totalmente a los demás” y llamó a los religiosos y religiosas a seguir con la creatividad de sus fundadores. “Cuando el Concilio nos invita a volver a las fuentes, tengamos la audacia de volver también a esa fuente, y si alguna estructura pesada de la historia nos impide vivir al originalidad de nuestra vocación religiosa al servicio de los hermanos, no tengamos miedo a renunciar a esas estructuras para ser de verdad signos del amor de Dios en medio de nuestros hermanos, especialmente los más débiles”.

La poda duele pero sana

Finalmente, monseñor Ricardo Ezzati se refirió a la virtud de la esperanza que cultivó María e invitó a los miembros de las congregaciones religiosas e institutos de vida consagrada a vivir en esperanza en tiempos de dificultades, de “poda”, en la Iglesia. “Nosotros tenemos el privilegio de vivir como Iglesia en un tiempo difícil. La poda siempre duele, la poda hace que el sarmiento bote unas lágrimas, la medicinas amarga que a veces tenemos que tomar para sanar de nuestras enfermedades no nos gusta, y, sin embargo, la poda es el inicio de un futuro diferente, de unos sarmientos que darán racimos abundantes y sabrosos, de una salud que se recupera para vivir en la plenitud y el gozo”. El pastor llamó a vivir de esa esperanza, que “pre anuncia una primavera llena de frutos”.

Fuente Departamento de Comunicaciones – www.iglesiadesantiago.cl              

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