Al retomar la figura de San Agustín de Hipona en la catequesis del miércoles 30 de enero, el Papa Benedicto XVI destacó que quien está lejos de Dios está lejos de sí mismo, como revela la experiencia de este gran santo.
El Pontífice comenzó recordando
“Todo el itinerario espiritual e intelectual de San Agustín representa un modelo válido también hoy en la relación entre fe y razón, un tema no solo para los creyentes, sino para todo ser humano que busca la verdad, tema central para el equilibrio y el destino de todos. Estas dos dimensiones -fe y razón- no se deben separar ni contraponer, sino que deben ir juntas”, señaló el Pontífice.
Benedicto XVI recordó en este contexto las dos fórmulas agustinas “que expresan esta coherente síntesis entre fe y razón: ‘crede ut intelligas’ (cree para comprender); creer abre el camino para entrar por la puerta de la verdad; y también, de modo inseparable ‘intellige ut credas’ (escruta la verdad para poder encontrar a Dios y creer)”.
“La armonía entre fe y razón significa, sobre todo, que Dios no está lejos de nuestra razón y de nuestra vida; está cerca de cada ser humano, cerca de nuestro corazón y cerca de nuestra razón si realmente nos ponemos en marcha”, agregó.
El Papa señaló luego que “la presencia de Dios en el ser humano, profunda y al mismo tiempo misteriosa, puede ser reconocida y descubierta en nuestro interior” y recordó la famosa frase de San Agustín al inicio de “Las Confesiones”: “Nos has hecho, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”.
“El ser humano, añade el santo, es ‘un gran enigma’ y ‘un gran abismo’, enigma y abismo que solo Cristo es capaz de iluminar y colmar. Esto es importante: Quien está lejos de Dios, está lejos de sí, alienado de sí mismo y sólo puede encontrarse si se encuentra con Dios y así … alcanza su verdadera identidad”.
El Santo Padre afirmó que en la obra “La ciudad de Dios”, el Santo de Hipona subraya que “el ser humano es sociable por naturaleza, pero antisociable por vicio, y es salvado por Cristo, único mediador entre Dios y la humanidad y “camino universal de la libertad y de la salvación”.
Refiriéndose de nuevo a la carta apostólica “Augustinum Hipponensem”, Benedicto XVI señaló que Juan Pablo II “quiso preguntar al mismo Santo qué podía decir a los hombres de hoy y responde sobre todo con las palabras que Agustín confió a una carta dictada poco después de su conversión: ‘Me parece que se debe llevar a los hombres a la esperanza de encontrar la verdad’; ‘aquella verdad que es Cristo, Dios verdadero'”.
“Agustín -concluyó el Papa- encontró a Dios y durante toda su vida experimentó su presencia, de tal manera que esta realidad, que es sobre todo encuentro con una persona, Jesús, cambió su vida, como cambia la de las mujeres y los hombres que tienen la gracia de encontrarlo en todos los tiempos. Pidamos al Señor que nos conceda esta gracia para encontrar así su paz”.