Se ha publicado este martes 29 de enero el Mensaje de Benedicto XVI para
A continuación extractos del mensaje seleccionados por el Servicio Informativo Vaticano:
“Cada año
“La limosna nos ayuda a vencer esta constante tentación educándonos a socorrer al prójimo en sus necesidades y a compartir con los demás lo que poseemos por bondad divina. Las colectas especiales en favor de los pobres, que en Cuaresma se realizan en muchas partes del mundo, tienen esta finalidad. De este modo, a la purificación interior se añade un gesto de comunión eclesial al igual que sucedía en
“Según las enseñanzas evangélicas no somos propietarios de los bienes que poseemos, sino administradores: por tanto, no debemos considerarlos una propiedad exclusiva, sino medios a través de los cuales el Señor nos llama, a cada uno de nosotros, a ser un medio de su providencia hacia el prójimo”.
“En el Evangelio es clara la amonestación de Jesús hacia los que poseen las riquezas terrenas y las utilizan para sí mismos. (…) La llamada a compartir los bienes resuena con mayor elocuencia en los países en los que la mayoría de la población es cristiana, puesto que su responsabilidad frente a la multitud que sufre en la indigencia y el abandono es aún más grave. Socorrer a los necesitados es un deber de justicia aun antes que un acto de caridad”.
“El Evangelio indica una característica típica de la limosna cristiana: tiene que ser en secreto. (…) Queridos hermanos y hermanas, que esta conciencia acompañe cada gesto de ayuda al prójimo, evitando que se transforme en una manera de llamar la atención”.
“En la sociedad moderna de la imagen hay que estar muy atentos, ya que esta tentación se plantea continuamente. La limosna evangélica no es simple filantropía: es más bien una expresión concreta de la caridad, la virtud teologal que exige la conversión interior al amor de Dios y de los hermanos, a imitación de Jesucristo”.
“Invitándonos a considerar la limosna con una mirada más profunda, que trascienda la dimensión puramente material,
“Y hay más: San Pedro cita entre los frutos espirituales de la limosna el perdón de los pecados. (…) Como a menudo repite la liturgia cuaresmal, Dios nos ofrece, a los pecadores, la posibilidad de ser perdonados. El hecho de compartir con los pobres lo que poseemos nos dispone a recibir ese don”.
“La limosna educa a la generosidad del amor. (…) Al respecto es significativo el episodio evangélico de la viuda que, en su miseria, echa en el tesoro del templo “todo lo que tenía para vivir”.
“Este episodio conmovedor se encuentra dentro de la descripción de los días inmediatamente precedentes a la pasión y muerte de Jesús, el cual, como señala San Pablo, se ha hecho pobre a fin de enriquecernos con su pobreza; se ha entregado a sí mismo por nosotros.
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Fuente: Servicio Informativo Vaticano