Mi querida Familia Salesiana, amigos y amigas de Don Bosco y su carisma, lectores todos, les saludo desde Madagascar. Estamos en el tiempo de Pascua, tiempo que nos invita una vez más a profundizar en nuestra Fe y en la Esperanza como razón de nuestra vida. Pero también les escribo teniendo muy presente el drama vivido en días pasados. Iniciábamos Semana Santa con tantas muertes en Europa, más en concreto en los atentados de Bruselas (aeropuerto y metro), y en nuestra Familia Salesiana con el corazón sobrecogido ante la incertidumbre por no saber nada acerca del salesiano Indio P. Thomas, todavía hoy en paradero desconocido.
He invitado a orar por todos los que sufren la violencia, todo tipo de violencia y de hambre, de migración con calamidades; a orar por tantos mártires que pierden la vida a causa de su Fe en Jesucristo, también hoy; y les invito a seguir haciéndolo.
Al mismo tiempo no puedo olvidar que el Papa Francisco nos invita a seguir recordando que la Misericordia es la “Carta de Identidad” de Dios. Se atribuye a él esta expresión coloquial y a mí me parece muy bella.
Hemos de reconocer que no pocas veces nuestro corazón humano es duro o se está endureciendo. Creíamos que estábamos más cerca de la Paz universal, pero en estos momentos la violencia está más generalizada; cerramos fronteras ante quienes viven un auténtico Éxodo. Nos olvidamos de cuando nuestros pueblos, nuestras gentes eran también migrantes, nuestros antepasados, quizá nuestros abuelos… Así es nuestro corazón, maravilloso y capaz de Amar, pero también pobre y que se cierra.
Ante esta realidad sólo nos queda elevar nuestras manos a Dios Padre, mirar al Resucitado y pedir que el Espíritu Santo nos CONCEDA el DON DE LA MISERICORDIA, el mismo que forma parte de la esencia de lo que creemos que Dios es.
Crecer en Misericordia sin duda que nos hace más humanos; crecer en Misericordia produce paz en el corazón y ésta es el fundamento y base para ser felices. Pidámosle a Dios que -con palabras del profeta Ezequiel- nuestro corazón no sea un corazón de piedra sino un corazón de carne.
Vuelvo a recoger el pensamiento del Papa Francisco que nos invita a conmovernos ante esta esencia y carta de identidad de Dios: La Misericordia, una misericordia que va dirigida a cada uno de nosotros, pero que tiene como condición primera que a su vez nosotros la hagamos vida con nuestros hermanos y hermanas.
Misericordia, Compasión, Ternura, Bondad… son sin duda caras del mismo rostro poliédrico… ¿Cuál de ellas necesitamos más en este momento cada uno de nosotros al escuchar los latidos de nuestro corazón y las páginas de vida que cada día escribimos?
Que vivan una hermosa PASCUA DE RESURRECCIÓN y que en este mes de mayo nuestra Madre Auxiliadora nos siga sosteniendo con lo que le es más propio: “su Amor de Madre”.