En una emotiva eucaristía, familiares, colegas y amigos acompañaron al periodista Jaime Coiro en este nuevo paso hacia el Orden diaconal. Una invitación a revitalizar nuestra esperanza, preparando el camino a la llegada del Señor, fue la que hizo la Eucaristía de este segundo domingo de Adviento. En esta ceremonia, el portavoz y periodista de la Conferencia Episcopal (CECh), Jaime Coiro, recibió los ministerios instituidos del Lectorado, es decir el servicio de la Palabra, y del Acolitado, que es el servicio del Altar, particularmente en la Eucaristía. Lo acompañaron familiares, colegas y amigos, especialmente, su esposa Nilda y sus hijos, Mateo y Bruno. Todos, como testigos del caminar de Jaime en la CECh, en la comunidad del Colegio San Ignacio y en la Escuela del Diaconado Permanente de la arquidiócesis de Santiago. La Eucaristía fue presidida por el obispo auxiliar de Santiago, Monseñor Cristián Contreras Villarroel, presidente de la Pastoral de Comunicaciones del episcopado chileno. En la homilía, monseñor Contreras explicó que recibir estos ministerios es un paso importante en el itinerario de la vida cristiana de Jaime y recordó que el texto de San Pablo a Timoteo nos advierte de la existencia de cosas vanas que no nutren el espíritu y de un interés por escuchar cualquier cosa antes que la Palabra de Dios, llevando a los hombres hacia las fábulas. “Jaime Coiro no está para contar fábulas. Jame Coiro será un hombre que va a predicar la Palabra de Dios que ha hecho vida en su corazón primero”. Por eso, le recalcó que deberá predicar las escrituras con mucha paciencia, conforme a la enseñanza recibida, no de acuerdo a las opiniones propias y en conformidad a la Palabra de Dios, inicialmente leída y reflexionada después en la oración. Como acólito, prosiguió el obispo, no se recibe solamente un encargo práctico, sino que la invitación a acercarse con toda la exigencia al misterio del sacrificio eucarístico. “La Iglesia le confía a Jaime un ministerio hermoso: ayudar en la misa y distribuir el cuerpo de Cristo”. Los diáconos permanentes son hombres casados que han recibido el sacramento del Orden Sagrado y que sirven a la Iglesia y la comunidad en el ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad, a imagen de Cristo Servidor. Pueden conferir el sacramento del Bautismo y bendecir el Matrimonio, proclamar el Evangelio y decir la homilía en la misa, presidir celebraciones y la oración de los fieles, administrar diversos sacramentales, presidir el rito de los funerales y sepultura, entre otros servicios. Fuente: Prensa CECh |
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