Sin duda alguna, los seis carteles que miembros de la comunidad educativo pastoral del Centro Educativo de Talca pusieron en una caja de regalo, a modo de agradecimiento a Dios por la vida de Don Mirko Jerala, representaron plenamente lo que fue el paso de este hermano coadjutor salesiano entre nosotros: alegría, amabilidad, trabajo, sencillez, responsabilidad y servicio.
La figura de este salesiano siempre bien vestido, aunque con la sencillez de un religioso, su amabilidad, su acogedora preocupación al recibir a alguien en su casa, su saber distinguir lo indispensablemente necesario antes que lo urgente, son las imágenes que dejó entre quienes lo despidieron.
El miércoles 9 de noviembre, la Familia Salesiana se reunió en Talca para despedir al más longevo de los salesianos en Chile, un esloveno que dedicó más de 60 años de su vida a la evangelización, educación y formación profesional de cientos y cientos de jóvenes chilenos.
La Eucaristía fue presidida por el Obispo de Talca, Monseñor Horacio Valenzuela. Concelebraron el Inspector, P. Leonardo Santibáñez, el Director de Salesianos Talca, P. Miguel Rojas y el director de la Casa de Salud “Felipe Rinaldi”, P. Luis Burgos, junto a miembros del Consejo Inspectorial y miembros de comunidades religiosas de diferentes presencias salesianas a lo largo del país.
También se dieron cita más de un centenar de fieles talquinos, entre los que se contaban amigos y varios ex alumnos Sastrería – especialidad de que Don Mirko dirigió por muchos años, formando profesionales de la confección de alto nivel- una delegación de la Hijas de María Auxiliadora, y por supuesto los jóvenes, a quien este hermano coadjutor, llegado como misionero en 1947, entregó su vida al estilo de San Juan Bosco.
Tras el Evangelio de las bienaventuranzas, proclamado por el Director del CEST, P. Miguel Rojas, el P. Inspector indicó en su homilía: “en la primera lectura, lo que nos decía San Pablo, que ´si vivimos, vivimos para el Señor y si morimos, morimos para el Señor´, ciertamente Don Mirko vivió para el Señor, se entregó totalmente a Él, a los jóvenes y a los pobres y más necesitados. Y por eso creemos que ha muerto para vivir junto a Él, para siempre. Que el testimonio de este hermano, sencillo, pero profundo, pueda suscitar muchas vocaciones en la Iglesia de hermanos comprometidos y de religiosos y religiosas”.
Además, el Provincial destacó los rasgos de sencillez y amabilidad de Don Mirko. Contó que en su última visita al hospital, pocos días antes de su deceso, el Sr. Jerala estuvo muy lúcido y le prometió seguir rezando mucho por la Inspectoría.
El P. Santibáñez recordó en su despedida la prolijidad con que Don Mirko realizaba su labor de sastre, por lo que obispos y personalidades civiles mandaban a confeccionar con él sus sotanas y trajes.
Uno de los mayores énfasis de la homilía del P. Inspector fue poner de manifiesto la valentía del Sr. Jerala para tomar decisiones profundas y para siempre.
Uno de los momentos emocionantes de la ceremonia, fue en las ofrendas. Recordando el amor que Don Mirko profesaba a Dios, a los jóvenes y a la Sastrería, se presentó ante el altar un cirio encendido, el pan y el vino y una pieza de tela, una chaqueta y una huincha de medir.
Antes de terminar la celebración, los presentes dieron un largo y cariñoso aplauso a quien permaneció casi una vida entera como un talquino más, puesto que Don Mirko recibió la nacionalidad chilena.
Luego de la Eucaristía, los restos mortales del hermano coadjutor Mirko Jerala Yenko fueron trasladados hacia el mausoleo salesiano en el Cementerio General de Talca.
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Fuente: Área Inspectorial de Comunicaciones.