Octavio Oscar Vío Henríquez nació el 3 de febrero de 1923 en un sector cercano al río San Pedro, afluente del río Valdivia, frente a Antilhue.
Fue el octavo hijo de la familia formada por Carlos Vío Sayago y Amelia Henríquez Cornich. Por ser el octavo hijo, sus padres decidieron ponerle un nombre romano “OCTAVIO”. Después de él nacieron otros siete hermanos, llegando a ser 15. De ellos, ocho mujeres y siete varones.
El P. Octavio recuerda su niñez como un período de mucha vida de familia y de mucho cariño por parte de sus padres.
Desde su infancia se relacionó con los Salesianos, pues, a su casa llegaba Monseñor Costamagna y el P. Salaberry, cuando pasaban por Antilhue, mientras los salesianos instalaban el Colegio en Valdivia.
Mientras su vocación sacerdotal florecía lentamente, el P. Director de la época, Oscar Valenzuela, le preguntó: “¿No te gustaría trabajar con Don Bosco?” A lo que respondió en seguida que “SÍ”, sintiendo en su corazón la gran alegría de sentirse llamado por el Señor.
Viajó a cursar lo que hoy es el 3º año medio en el Seminario Salesiano, actual Liceo “Camilo Ortúzar Montt”. Allí tuvo oportunidad de conocer y recibir lecciones de Latín y Griego del P. Egidio Viganó.
El P. Vío colaboró de forma muy cercana con el P. Viganó, cuando éste fue elegido Inspector de los Salesianos de Chile en 1968. Trabajó como Vicario Inspectorial y en prolongados períodos como Vice Inspector, mientras el P. Viganó participaba en el Concilio Vaticano II, en calidad de Perito Conciliar del Cardenal Raúl Silva. Pronto el P. Viganó llegó a ser el séptimo sucesor de Don Bosco en el cargo de Rector Mayor de la Congregación.
Mientras realizaba sus estudios de Teología, el P. Octavio conoció al sacerdote Raúl Silva Henríquez, entonces Director del Estudiantado de Teológico. Desde el primer momento forjaron una gran amistad que se prolongó por toda la vida.
El P. Octavio realizó su primera profesión religiosa el 31 de enero de 1942. Fue ordenado sacerdote el 30 de noviembre de 1951, por el Obispo de Valdivia, Monseñor Arturo Mery, en su ciudad natal.
Su servicio Sacerdotal lo desempeñó en diversas Obras salesianas: El Liceo “Manuel Arriarán Barros”, en el Colegio “Don Bosco de Iquique”, en el Seminario de Lo Cañas y Macul, en el Oratorio “Don Bosco”, estudiando, al mismo tiempo que colaboraba en el Colegio, en la Universidad Católica de Chile, logrando el Título de profesor de Estado en Historia. Fue Director del Colegio Don Bosco de Iquique y del Colegio “El Patrocinio de San José”, entre los años 1976 y 1982.
Se mantuvo muy al día frecuentando cursos de Formación, Espiritualidad y Salesianidad en Córdoba y en Roma.
Pasando los años, regala su sabiduría y experiencia al Colegio “El Patrocinio de San José”, desde 1993 al 2006, como Confesor y Acompañante Espiritual de alumnos y profesores. Luego de este período, se integra la comunidad Felipe Rinaldi de Macul.
VIDA ESPIRITUAL Y SALESIANA
El P. Octavio fue un hombre de oración y profunda unión con Dios. Fiel a las prácticas de sacerdote, siempre celebrando la Eucaristía e impartiendo los sacramentos. De ahí obtenía la sabiduría para aconsejar y animar a cuantos recurrían a su servicio espiritual.
Al celebrar los 50 años de Sacerdocio afirmaba con alegría: “si volviera a vivir, volvería a ser sacerdote. El Señor me llamó: ‘Octavio, ven y sígueme’. Es Él, el que da la fuerza para ser y perseverar como sacerdote”.
En una ocasión le pidieron dirigir unas palabras a un grupo de jóvenes. Les dijo: “Jóvenes, miren alto… tengan grandes ideales… no tengan una mirada rastrera, pobre, mezquina, que sólo piensa en pasarlo bien en el momento. La Humanidad de hoy necesita hombres con grandes y nobles ideales, hombres que, inspirados en Cristo, se entreguen al servicio de los demás”.
El P. Octavio realizó en plenitud el lema sacerdotal que escogió: “Yo he venido al mundo para que tengan vida y la tengan en abundancia”, lema que sintetizó en esta frase: “yo quiero ser sacerdote para hacer partícipes de Dios, de su divinidad… a los jóvenes”.