Con una Eucaristía presidida por el P. Inspector Leonardo Santibáñez, y concelebrada por el Obispo Emérito de Punta Arenas, Mons. Tomás González; el Obispo de Arica, Mons. Héctor Vargas, y salesianos de todas las presencias de Santiago y Valparaíso, la Inspectoría Salesiana de Chile despidió el lunes 10 de agosto al coadjutor Luis Gastón Bravo Amaro, fallecido el domingo pasado a los 89 años de edad y 65 de salesiano.
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Junto a los familiares del Sr. Bravo que llegaron al templo María Auxiliadora de Santiago, sus hermanos salesianos dieron gracias a Dios por el testimonio el fidelidad y se esmeraron en crear un cálido ambiente lleno de recuerdos del hermano, del maestro, del silencioso y alegre coadjutor.
Durante su homilía, el P. Inspector destacó el amor del Sr. Bravo por el Padre Dios y la Virgen. “Sin duda, el Sr. Bravo cumplió el ideal de su vida formulado al pedir su profesión religiosa: ‘Estoy seguro que con la ayuda de Dios y la protección de nuestra buena Madre María Auxiliadora, podré siempre cumplir fielmente con todas mis obligaciones, para adelantar cada día más en la perfección y ser un santo salesiano, para trabajar mucho para la mayor gloria de Dios y bien de la Sociedad, y llevar a muchas almas al cielo’”.
Luego de las palabras del P. Santibáñez, el P. Obispo Tomás González recordó con cariño a quien fuera su maestro de infancia, y destacó su paciencia con los más pequeños, su dedicación para enseñarles a leer y a escribir, y cómo esos mismos pequeños se encantaron con la amabilidad del salesiano coadjutor.
El P. Obispo relató también que, al comentar la partida del Sr. Bravo con el P. Sergio Body – su compañero de infancia y ahora párroco de Cristo Obrero en Punta Arenas – el P. Body le pidió que no olvidara una composición que el maestro les hiciera hacer a los 6 años de edad, y en la que escribió: “yo quiero ser profesor como Don Luis Gastón”. A este respecto, el Padre Obispo Tomás indicó: “él nos conquistaba por saber enseñar y porque sabía ser lo que enseñaba”. El Prelado recordó también las palabras que siempre repetía el Sr. Bravo y que representaban la vida y entrega a la misión: “Soy todo del Señor”.
Finalmente, una de sus sobrinas, Carmen Gloria – en representación de su familia – destacó también la figura del “Tío Gastón”, el que les alegraba con sus visitas; el que les enseñaba el Catecismo y la vida de “Dominguito Savio”; el que los deleitaba con su música, el tío- maestro y del que dos de sus sobrinos heredaron la pasión de enseñar, de amar a los niños y a los jóvenes y especialmente de amar al Señor y a la Santísima Virgen.
Luego del término de la Eucaristía, los restos del este salesiano fueron llevados al mausoleo salesiano del Cementerio Católico.