Gonzalo Echegaray, una vocación de María Auxiliadora

0808_01.jpgEste sábado 9 de agosto, el salesiano de la Inspectoría del Perú Gonzalo Orlando Echegaray Espinoza, miembro hoy de la comunidad del Teologado de Lo Cañas, profesará de manera perpetua los votos de obediencia, pobreza y castidad. Un mes mas tarde, sábado 6 de septiembre, recibirá el ministerio del Diaconado en tránsito al Sacerdocio.


OFISA dialogó con Gonzalo para conocer más a fondo su historia que hoy, a sus 67 años de edad, lo tiene en vísperas de concluir su primera formación religiosa salesiana y de convertirse en ministro de la Iglesia.

Sus padres son Lázaro y María Teresa, ya fallecidos, de quienes recibió una educación cristiana. Le marcó muchísimo la generosidad extrema de su madre con los pobres. Cuenta que lo daba todo, lo que provocaba incluso discusiones con su esposo.

Su familia la integran cinco hermanos más, la mayoría dedicados a los negocios en el Perú y el extranjero. Es oriundo de Ica, ciudad al sur de Lima, capital del Perú.

Recuerda que a los 8 años de edad, mientras participaba cómo acólito en la parroquia, se sintió llamado a la vocación sacerdotal. La muerte de su padre cuando tenía 13 años y la expropiación de los terrenos familiares por parte del gobierno de la época, le obligaron a dejar de lado aquella vocación que le reclamaba para hacerse cargo de su madre y hermanas. Se enfocó entonces en la obtención de una carrera profesional. Obtuvo el título de Abogado en la Universidad Católica de Lima en 1968. Ejerció la abogacía por más de 20 años en instituciones como la Corte Suprema y holdings empresariales. Fue director por cerca de 2 años del Registro Electoral del Departamento de Ica, organismo dependiente del Jurado Nacional de Elecciones. En 1980 estudió Administración de Empresas y se dedicó a la administración negocios personales, entre los que se cuentan inmuebles, un restautant y una farmacia.

Cuenta que fallecida su madre en 1990, a quien cuidó hasta el último día junto a una hermana postrada por un enfermedad, se gatilla en él una gran inquietud, que describe como “un barco que no tiene donde atracar”. “Había visto que mi vida no tenía sentido… no se trataba de necesidades materiales, porque prácticamente no existían… no me encontraba realizado y me pregunté por qué no me preocupé en seguir mi vocación”.

Decidió entonces dar respuesta a esta inquietud y comenzó a conocer varias congregaciones. Estuvo con la Franciscanos y Jesuitas. “Hablé, conversé, conocí, pero algo me decía que todavía no”.

En medio de esta búsqueda, acudió en 1996 a la Iglesia de María Auxiliadora en Breña, Lima. “Me gustó mucho la forma en la que se rezaba el Rosario, me atrajo muchísimo cómo los laicos hacían participar el resto de la gente en el rezo”. Entonces, inició un proceso de discernimiento con algunos salesianos de la parroquia y se dedicó al apostolado en diferentes grupos. Sirvió, por ejemplo, como ministro extraordinario de la Eucaritía para los enfermos. Comenzó a abrazar el anhelo de servir a la Iglesia en el Carisma Salesiano, procurando la salvación de los jóvenes.

Luego de algunos años inició en 2001 el Prenoviciado en la misma parroquia. Al año siguiente el Noviciado. En 2003 y 2004 el Posnoviciado y el 2005 llegó a Chile para iniciar la formación Teológica.

Antes de comenzar la formación distribuyó sus bienes y propiedades. El hecho le hace recordar el pasaje Evangelio donde el Joven Rico consulta a Jesús qué puede hacer para obtener el Reino de los cielos.

Cuenta que a pesar de la diferencia de edad con el resto de los formandos, ha podido enriquecerse. Ha trabajado mucho para adaptarse a su nueva vida, para dejarse conducir y moldear por otras personas, como son los formadores y directores. Sostiene que en esto es fundamental la obediencia y la experiencia de vivir en comunidad, donde es necesario amar y perdonar.

Confiesa que en los primeros años de formación encontró varias trabas y que algunos le han preguntado qué podrá hacer como salesiano con la edad que tiene, pero responde que confía en Dios, que no se desmorona, y que no se desespera porque esa respuesta no la tiene, sólo Dios la conoce. Le marcó mucho un salesiano ecuatoriano que le dijo que la suya es una vocación tardía, una vocación de María Auxiliadora, sostenida por la Virgen, lo cual le ha ayudado en momentos de dificultad.

Anhela vivir pobre, obediente y casto para siempre, sirviendo a los jóvenes, particularmente a los más necesitados. Se siente muy feliz de profesar sus votos perpetuos y recibir el Diaconado. Siente que va siguiendo los pasos que Jesús le marca. En vísperas de estos dos acontecimientos ha meditado profundamente que la opción que está haciendo es para siempre. Para la preparación indica que la ha ayudado mucho el encuentro formativo realizado en el Centro Regional de Quito, finalizado hace algunas semanas, así como también le ayudó mucho la jornada de preparación a la profesión perpetua de Junín de los Andes.

Gonzalo ya ha concluido sus estudios Teológicos. No sabe con exactitud cuando regresará al Perú, pero presume que será la primera quincena de septiembre próximo.