Ante la certeza de que el ministerio sacerdotal y la misión de
En una carta a todos los presbíteros del mundo, el dicasterio prepara así
Firmada por el cardenal prefecto Cláudio Hummes y el secretario de
De aquí el dicasterio hace un llamamiento “a la prioridad de la oración respecto a la acción”, porque de aquélla depende una acción incisiva, esto es, la misión debe alimentarse de la oración, “de la relación personal de cada uno con el Señor Jesús”.
Se reafirma la importancia de la oración frente al activismo y el secularismo, según señaló Benedicto XVI en su Encíclica “Deus caritas est”. El paso siguiente, para los sacerdotes, es ser “expertos de
Y lanza una alerta: el sacerdocio no se puede contemplar como una especie de carga inevitable “que se puede cumplir ‘mecánicamente’, tal vez con un articulado y coherente programa pastoral”.
Realmente “el sacerdocio es la vocación, es el camino, el modo a través del cual Cristo nos salva, nos ha llamado y nos llama ahora, para vivir con Él”, precisa a los sacerdotes.
Esta “santa vocación” sólo tiene una “medida adecuada”: “la radicalidad” –recuerda la carta–, la “total dedicación”, que “Cristo realiza día a día” en el sacerdote a través de su “renovada y orante decisión”.
“El mismo don del celibato sacerdotal hay que acogerlo y vivirlo en esta dimensión de radicalidad y de plena configuración con Cristo -advierte el purpurado–. Cualquier otra postura, respecto a la realidad de la relación con Él, corre el riesgo de ser ideológica”.
“Incluso la cantidad, a veces extraordinariamente grande, de trabajo que las condiciones contemporáneas del ministerio nos piden sostener, lejos de desalentarnos debe impulsarnos a cuidar, aún con mayor atención, nuestra identidad sacerdotal, que tiene una raíz irreduciblemente divina”, anima la carta.
“En este sentido, en una lógica opuesta a la del mundo, precisamente las particulares condiciones del ministerio nos deben llevar a ‘elevar el tono’ de nuestra vida espiritual –insiste–, testimoniando con mayor convicción y eficacia nuestra pertenencia exclusiva al Señor”.
Pues “lugar de la totalidad por excelencia es
Por eso exhorta a los sacerdotes del mundo a la fidelidad “en la celebración diaria de
De la relación con Jesús, “siempre alimentada con la oración continua”, brota “la necesidad de hacer partícipes de ello a cuantos nos rodean”, o sea, brota la misión, “intrínseca a la naturaleza misma de
De aquí también se deduce el sentido de
Ello se concreta en el pueblo que es confiado al sacerdote y en la responsabilidad de atenderlo. Aquí hay que ceder al amor de Jesús “para que actúe Él a través de nosotros –advierte la carta a los sacerdotes–, porque o dejamos que Cristo salve el mundo, obrando en nosotros, o bien corremos el riesgo de traicionar la propia naturaleza de nuestra vocación”.
Clave de ayuda en esta llamada es el “fundamento imprescindible de toda la vida sacerdotal”:
Orar y acompañar espiritualmente a los sacerdotes.
Como hizo hace pocos meses, ahora, en vista de
«Pidamos este apoyo fundamental”, exhorta.
Es urgente “un movimiento de oración que tenga en el centro la adoración eucaristía continua -recuerda el cardenal Hummes, remitiéndose a otra misiva anterior–, durante las veinticuatro horas, de manera que desde todo rincón del mundo siempre se eleve a Dios una plegaria de adoración, acción de gracias, alabanza, petición y reparación”.
El objetivo es “suscitar un número suficiente de vocaciones santas al estado sacerdotal y, a la vez, acompañar espiritualmente –como Cuerpo Místico- con una especie de maternidad espiritual a cuantos ya han sido llamados al sacerdocio ministerial”, para que cada vez sirvan mejor a Jesús y a los hermanos.
Por Marta Lago
Extraído desde www.zenit.org