En momentos en que los mensajes del Papa Benedicto XVI sobre las relaciones entre la fe y la razón son debatidos en foros académicos y medios de comunicación, se ha celebrado el tercer aniversario de la muerte de Juan Pablo II: pontífice, filósofo y místico.
Zenit-El Observador ha entrevistado, por este motivo, a Rodrigo Guerra, doctor por
Casado, padre de tres hijos, Guerra López es autor de 13 libros y uno de los especialistas más reconocidos internacionalmente en el pensamiento del recordado Papa Karol Wojtyla.
– Han pasado tres años tras la muerte de Juan Pablo II. ¿Es vigente su pensamiento o ha quedado rebasado por los nuevos escenarios sociales y políticos que afrontamos en el mundo entero?
– Rodrigo Guerra. Los escenarios que marcan el mundo a comienzos del tercer milenio ciertamente se encuentran cambiando a un ritmo acelerado. En los últimos meses se han suscitado eventos que seguramente eran difíciles de prever aún por parte de los analistas geopolíticos más agudos hace tres años. Sin embargo, el Magisterio del Papa Juan Pablo II logró ofrecer una interpretación transpolítica del mundo contemporáneo basada primariamente en el Evangelio y en la dimensión antropológica que este posee de manera intrínseca. Así, su enseñanza presenta las claves de lectura fundamentales para poder interpretar la crisis del nuevo mundo global y ofrece importantes pistas para la construcción de esfuerzos auténticamente alternativos que permitan la renovación religiosa y cultural de nuestras sociedades y de sus instituciones.
– ¿Qué significa más exactamente que el Papa Juan Pablo II ofreció una «interpretación transpolítica» del mundo contemporáneo?
– Rodrigo Guerra. El término proviene de Renzo de Felice y luego fue enriquecido con la reflexión de Augusto del Noce. Yo lo utilizo para indicar que el Magisterio del Papa Juan Pablo II es una ayuda eficaz para descubrir que no basta intentar descifrar la dinámica del mundo desde la lógica del poder, del puro análisis «estratégico» o «político», sino que la realidad exige ser interpretada desde aquello que le da su sentido último y radical. Sólo cuando el destino definitivo del mundo y de la vida es tomado como criterio hermenéutico al momento de juzgar y al momento de actuar, el significado esencial de los acontecimientos que tejen la historia emerge y no se eclipsa. Esto puede constatarse, por ejemplo, en el Capítulo III de
– El Papa Benedicto XVI ha destacado el 2 de abril de 2008 que Juan Pablo II poseía «una excepcional sensibilidad espiritual y mística». ¿Este perfil no coloca la figura del Papa Wojtyla al margen de las preocupaciones de la cultura contemporánea y de las necesidades concretas del hombre actual?
– Rodrigo Guerra: Cuando las palabras «espiritual» y «mística» significan aquello que no posee carne, aquello que no es concreto, fácilmente conducen a una comprensión puramente formal del cristianismo, es decir, conducen a alguna modalidad de gnosticismo. Precisamente uno de los mensajes centrales de la encíclica programática de Juan Pablo II, Redemptor hominis, consiste en que la gracia acontece en la historia de manera encarnada, haciendo de todo lo humano un «método», es decir, manifestando que el cristianismo es fundamentalmente acontecimiento gratuito antes que proyecto de la voluntad. Así las cosas, el Papa Benedicto XVI ha dicho entonces algo realmente importante: la vida de Juan Pablo II no es el resultado de un programa de superación humana. Al contrario, su continua convocatoria a no tener miedo «no se basaba en las fuerzas humanas, ni en los éxitos logrados, sino únicamente en
– Juan Pablo II escribió
– Rodrigo Guerra. En octubre de 2008 se celebrarán los 10 años de la publicación de
-¿Qué significado posee para la cultura actual Juan Pablo II como hombre que simultáneamente es Papa, pastor, filósofo y místico?
– Rodrigo Guerra. El Papa Juan Pablo II fue un hombre de nuestro tiempo y para nuestro tiempo. Desde su labor como filósofo supo acoger las preocupaciones del mundo moderno dándoles una respuesta no-ilustrada. Acogiendo lo mejor de la fenomenología, del tomismo y del personalismo logró una síntesis original que nutre actualmente el Magisterio eclesial y numerosos proyectos sociales y culturales en el mundo entero. Como Pastor convocó a una «nueva evangelización» que no se presenta disociada de la promoción humana y del desarrollo de una cultura cristiana. En cuanto «místico» supo descubrir por propia experiencia la importancia de la primacía de la gracia y apreció con especial interés a figuras como San Juan de
Por Jaime Septién
Extraído desde ZENIT