Salesianos en primera formación de Lo Cañas recibieron los ministerios del acolitado y lectorado

0804_02.jpgGalería de imágenes

En Eucaristía celebrada el sábado 5 de abril, el Vicario Inspectorial P. Leonardo Santibáñez confirió en nombre de la Iglesia el ministerio del acolitado a 9 salesianos en primera formación y el ministerio de lectorado a otros 5 hijos de Don Bosco, todos pertenecientes a la comunidad del Estudiantado Teológico de Lo Cañas. 

Recibieron el ministerio del acolitado Juan Miguel Cárcamo, Pedro Carrera, Félix Levín, Sebastián Muñoz, Erick Oñate y José Toledo, pertenecientes a la Inspectoría de Chile; los Salesianos de la Inspectoría del Perú Elmer Jaramillo y Gonzalo Echegaray y el Salesiano de la Inspectoría del Paraguay Francisco Miranda.

Recibieron el ministerio del lectorado Juan Pablo Alcas, Yohan Ibarra, Raúl Espinoza Jorge Cárdenas y Wilfredo Santacruz, pertenecientes a la Inspectoría del Perú.

Ministerios laicales

Dentro del proceso formativo de los salesianos llamados al servicio ministerial, se encuentra una preparación pedagógica señalada por la iglesia y de larga tradición, que actualmente se les llama ministerios laicales. Estos se son el lectorado y el acolitado

0804_03.jpgLa Iglesia, según sus necesidades, instituyó ya en tiempos antiquísimos algunos ministerios para ofrecer debidamente el culto a Dios y para el servicio de su pueblo; con ellos, se encomendaba a los fieles el ejercicio de funciones litúrgicas y de la caridad, en conformidad con las diversas circunstancias. Estos ministerios se conferían muchas veces con un rito especial, mediante el cual, el fiel, una vez obtenida la bendición de Dios, quedaba constituido dentro de una clase o grado para desempeñar una determinada función eclesiástica. Estos son el acolitado y el lectorado.

El lector queda instituido para la función, que le es propia, de leer la palabra de Dios en la asamblea litúrgica. Por lo cual proclamará  las lecturas de la Sagrada Escritura (pero no el Evangelio) en la misa y en las demás celebraciones sagradas; faltando el salmista, proclamará el salmo interleccional; cuando no esté presente el diacono o el cantor, propondrá las intenciones de la oración universal y dirigirá el canto y la participación del pueblo fiel; preparará a los fieles para recibir dignamente los sacramentos. También podrá encargarse, cuando sea necesario, de la preparación de otros fieles a quienes se encomiende temporalmente la lectura de la Sagrada Escritura en los actos litúrgicos. Para realizar mejor y mas perfectamente estas funciones, le lector de be meditar asiduamente la Sagrada escritura.

El acólito queda instituido para ayudar al diácono y prestar su servicio al presbítero. Es propio de él cuidar el servicio del altar y asistir al diácono y al presbítero en las funciones litúrgicas, principalmente en la celebración de la eucaristía; además, le corresponde distribuir, como ministro extraordinario, la sagrada comunión cuando los ministros ordinarios no estén presentes o están imposibilitados por enfermedad o edad avanzada, u ocupados en otro ministerio pastoral, o también cuando el número de los fieles participantes de la Eucaristía sea tan elevado, que alargaría demasiado el tiempo de la celebración. En las mismas circunstancias especiales, se le podrá encargar de exponer públicamente a la adoración de los fieles el sacramento de la sagrada eucaristía y hacer después la reserva, pero sin bendecir al pueblo. Podrá también, cuando sea necesario, cuidar de la instrucción de los fieles que, por encargo temporal, ayudan al presbítero o al diácono en los actos litúrgicos, llevando el misal, la cruz, las velas, etc., o realizando otros oficios semejantes.

El acólito ejercerá todas estas funciones mas dignamente si participa, con piedad cada día más ardiente, en la en la sagrada eucaristía, se alimenta de ella y adquiere un más profundo conocimiento de la misma. El acólito, destinado de modo particular al servicio del altar, aprenda todo aquello que pertenece al culto divino público y trate de captar su sentido íntimo y espiritual; de tal manera, que cada día se ofrezca a Dios y sea para todos ejemplo de seriedad y devoción en el templo sagrado, y además, con sincero amor, se sienta cercano al pueblo de Dios, especialmente a los necesitados y enfermos”.

Extracto tomado de la Carta apostólica “Motu Proprio” del  papa Paulo VI por la cual se modifica la legislación acerca de la tonsura, ordenes menores y subdiaconado en la iglesia latina, publicado el 15 de agosto de 1972).

Fuente: Comunidad del Teologado