El Papa Benedicto XVI recordó que la Iglesia tiene “el deber primario” de acercarse a las personas que sufren por el divorcio y el aborto; y explicó que “el ‘no’ que
El Pontífice hizo estas declaraciones al recibir a los 300 participantes en el Congreso Internacional “El aceite sobre la heridas, una respuesta a las llagas del aborto y del divorcio”, promovido por el Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el matrimonio y la familia, en colaboración con los Caballeros de Colón.
El Papa reconoció que estos temas “comportan tantos sufrimientos en la vida de las personas, de las familias y de la sociedad”, y recordó que “en el debate, a menudo puramente ideológico” sobre estas cuestiones, se crea frente a sus protagonistas “una especie de conjura del silencio. Sólo con la actitud del amor misericordioso nos podemos acercar a ellos para ayudarles y permitir a las víctimas que se levanten y reanuden el camino de la existencia”.
“En un contexto cultural caracterizado por un individualismo creciente, por el hedonismo y, demasiado a menudo, también por la falta de solidaridad y de adecuada ayuda social”, dijo el Papa, las personas toman “decisiones que contrastan con la indisolubilidad del pacto conyugal o con el respeto debido a la vida humana apenas concebida y custodiada en el seno materno”.
El Santo Padre precisó que “el divorcio y el aborto son decisiones ciertamente diferentes maduradas a veces en circunstancias difíciles y dramáticas, que a menudo llevan aparejados traumas y son fuente de sufrimientos profundos para quien las toma. En todos dejan heridas que marcan de forma indeleble la vida”.
En este sentido, recordó que “el juicio ético de
Sin embargo, precisó que “
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Centrándose en las consecuencias del divorcio, el Santo Padre recomendó que la atención pastoral se centrase en que “los hijos no sean víctimas inocentes de los conflictos entre los padres que se divorcian” y que “se garantice lo más posible la continuidad del lazo con sus progenitores y con los orígenes familiares y sociales, que es indispensable para un crecimiento psicológico y humano equilibrado”.
“¡Cuántas complicidades egoístas están a menudo en la raíz de una decisión terrible que tantas mujeres han tenido que afrontar solas y de la que llevan en el ánimo una herida que todavía no ha cicatrizado!”, exclamó hablando del aborto, y haciendo suya la exhortación de Juan Pablo II en la “Evangelium vitae” a las mujeres que habían recurrido al aborto, dijo: “¡No os dejéis vencer por el desánimo y no abandonéis la esperanza! El Padre de toda misericordia os espera para ofreceros su perdón y su paz en el sacramento de la reconciliación“.
Finalmente, manifestó su aprecio por “todas las iniciativas pastorales y sociales dedicadas a la reconciliación y al cuidado de las personas heridas por el drama del aborto y el divorcio”, y aseguró que “son elementos esenciales para la construcción de la civilización del amor que hoy como nunca antes necesita la humanidad”.
Fuente: ACI Prensa