La carta pastoral del cardenal salesiano Joseph Zen para
La carta del obispo de Hong Kong, cuenta los detalles de una experiencia que el joven Joseph Zen vivió de niño: “Fue cuando Shanghai había sido invadido – recuerda el cardenal- mi padre había tenido un derrame cerebral y estaba enfermo. Éramos siete de familia y cinco de nosotros en edad escolar, todos con necesidad de ser alimentados. Un frío día de invierno estaba nevando, así que nos quedamos todos en la cama para estar calientes. Estábamos hambrientos y sólo podíamos pensar: ‘¿Tendremos arroz para comer hoy?’”.
“Mi padre miró al reloj y me dijo que me levantara. Mi madre dijo: ‘Está nevando. Las suelas de tus zapatos de plástico están rotas. Si te mojas, cogerás un resfriado. Quédate en casa a rezar’. Pero mi padre dijo: ‘Tú vas a Misa cada día. No la pierdas hoy. Quiera Dios darnos nuestro pan de cada día’. Por supuesto, mi padre tuvo las de ganar -recuerda el cardenal de 76 años, nacido en Shanghai–. Apreté los dientes y corrí a la iglesia y ayudé en
El cardenal Zen explica que su padre y Zhou iban a Misa todos los días: “Aunque se saludaban mutuamente con un breve gesto de cabeza, llegaron a ser buenos hermanos en el Señor”. El hombre anciano dijo al joven Joseph Zen: “Amiguito, ¿no eres el hijo de Zen En Giou? Sí, respondió el muchacho. Gracias a Dios que corrí detrás de ti -dijo Zhou-.¿Cómo está tu padre? Hace mucho tiempo que no viene a la iglesia”.
El cardenal recuerda en la carta de Cuaresma: “Le hablé de la situación de mi familia. Me llevó a su casa y cogió un fajo de dinero, lo contó, lo envolvió y me lo dio. Dijo: ‘Ten mucho cuidado y lleva esto a tu padre”. Con ese dinero, explica el cardenal Zen, su familia tuvo dinero suficiente para comprar alimentos durante varios meses.
“La mano izquierda de Zhou no sabía lo que su derecha estaba haciendo”, escribe el cardenal aludiendo a la exhortación de Cristo en el Evangelio. El obispo de Hong Kong urgió a los católicos a seguir el ejemplo dado por el anciano Zhou.
“No deberíamos preocuparnos por la falta de medios financieros –exhortó el cardenal–. Podemos quedarnos tranquilos si hacemos lo que podemos. Jesús alabó abiertamente a la viuda por dar dos monedas de poco valor”.
Fuente: ZENIT.org