Un artículo elaborado por el Equipo de Animación Vocacional Consagrada de
¿Cuándo debo comenzar a decidir lo que debo ser?
Hay que estar atentos en todo momento. Y más que eso, hay que prepararnos en todo momento, ya que ni un buen esposo llega a serlo preparándose dos días antes, ni tampoco un sacerdote: hay que buscar ser mejores en todos los campos de la vida, en mi formación, en mi alegría, en mi caridad, en mi fidelidad, etc., para que cuando me llame Dios a escena, ya tenga el curso de actuación completo. Y sólo me falte repetir las líneas de mi libreto.
En todo momento, debo preguntarme qué es lo que Dios quiere de mí, pedirle su ayuda para encontrar mi camino. Y, en el momento en que sintamos el llamado, comenzar la búsqueda concreta y no dejar las cosas a la deriva, que si para eso fuimos hechos, ahí encontraremos la fuerza para ser plenamente felices.
¿Qué tan feliz quiero ser?
Esa es la trascendencia que tiene esta decisión. Por esto, después de la grandeza de tener la fe, tomar la decisión de seguir nuestra vocación se convierte en la segunda tarea más importante del hombre y de la mujer.
Últimamente, hemos visto que la gente no se decide a comprometerse en nada, ni a casarse ni a consagrarse. Y muchas veces, cuando lo hace, lo hace a medias, “por si no funciona”:
• “Si no funciona el matrimonio, me divorcio”
• “Voy a probar para consagrarme, pero no me entrego todo”.
Nadie puede saber qué se siente nadar por completo, si no deja de usar en algún momento flotadores; ningún paracaidista va a un salto con la idea de que “si no funciona, cambio de marca de paracaídas”.
Estamos hechos para tomar decisiones como hombres y mujeres. Y saber afrontar las consecuencias de nuestros actos: esto es lo que realmente nos hace felices.
Qué el mundo con sus mediocridades y tibiezas nunca nos convenza de lo contrario.
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Fuente: www.vocacional.cl