“Los males que afligen nuestras sociedades” también los está sufriendo la educación, esto es, “el difundido subjetivismo, el relativismo moral y el nihilismo”. Así lo declaró el cardenal Zenon Grocholewski, prefecto de
El purpurado afirmó que la desmotivación y la frustración en la tarea educativa se difunde entre los profesores, sobre todo en Occidente, y señales preocupantes son también “el aumento de la violencia en la escuela y entre los adolescentes, así como las dificultades de la familias que, es necesario recordar, son las primeras responsables de la educación de los hijos, para ser parte activa de la comunidad educativa escolar”.
Indicó además que “se asiste a una pérdida del sentido de la educación estrictamente ligada al extravío de los valores, sobre todo de los que sustentan las opciones de vida: la familia, el trabajo, las elecciones morales”.
Éste es el contexto en el que desarrollan su labor las instituciones escolares de
El cardenal Grocholewski manifestó también que “la educación debe poder contribuir a hacer a los jóvenes capaces de abrirse progresivamente a la realidad y de formarse una sana y robusta concepción de la vida en la que los valores espirituales, religiosos y humanos no sean extraños”. Tuvo favorables palabras para el informe de
Frente a los retos del subjetivismo, relativismo y nihilismo apuntados, sostuvo que “la tradición pedagógica católica subraya con fuerza la centralidad de la persona humana en el itinerario educativo”. “Un planteamiento pedagógico correcto se enfoca en la formación integral del hombre, haciendo que se aproxime de manera sistemática y crítica a la cultura y a la realidad”, recalcó.
Por otra parte, el cardenal hizo una advertencia: “La disminución de los miembros de los Institutos de vida consagrada crea a veces en ellos la insidiosa tentación de renunciar a la escuela católica al no poderla administrar solos… esto es no sólo inoportuno, sino también perjudicial en la perspectiva de la misión de
Respecto de los religiosos sostuvo que su carisma, su consagración a Dios y su particular testimonio, “les predisponen a ser educadores en valores”, y “no hay que renunciar a tal actividad” porque “no puede haber educación sin testimonio”.
Fuente: ZENIT