P. José Miguel Prieto: “La primera frontera que debe cruzar un misionero es la de su corazón”

En septiembre de este año arribó a suelo nacional el P. José Miguel Prieto. Luego de estar dos años ausente del país, este0611_2.jpg salesiano chileno misionero pudo hacer un alto en sus diarias labores como director de una comunidad salesiana en Guinea Ecuatorial, y visitar a su familia, amigos y hermanos de Congregación en Chile. Tiene planificado su regreso para el 21 de noviembre, y antes de partir concedió una entrevista a la Oficina de Información Salesiana (OFISA).

Una de los principales motivos del viaje, según explica el P. Prieto, es acompañar a su padre que se encuentra bastante delicado de salud, además de compartir su vida con su familia y amigos, lo que está haciendo, y ver cómo está el país personalmente, ya que de la realidad nacional se entera desde África vía Internet.

Cuenta que uno de los aspectos que más le ha llamado la atención es la impersonalidad a la que está llegando el chileno, y que nota cuando ha subido al Metro y ve a más de la mitad de los pasajeros con sus audífonos en los oídos escuchando música a alto volumen sin preocuparse de su rededor. Ha tenido la oportunidad de confrontar la realidad chilena con lo que se escucha en el exterior: “Chile tiene afuera una imagen muy positiva, como un país que ha ido surgiendo, que se ha ido consolidando, pero aquí se ve que esta realidad no siempre toca a toda la gente; hay personas que siguen viviendo con problemas económicos serios y que afectan su bienestar. Además, se aprecia que vamos directamente a la cultura del relativismo moral y ético en algunas cosas, por lo que se ve en la televisión y opciones tomadas a nivel de las familias”.

El Guinea Ecuatorial el P. José Miguel realiza el servicio de Director hace un año y medio en una presencia salesiana en Malabo, capital ubicada en una de las islas que conforman este país africano. Cabe mencionar que Guinea Ecuatorial recién alcanzó su independencia como colonia española el 12 de octubre del año 1968. Su religión oficial es la católica – practicada por el 80% de la población- y a pesar de estar en África, es de habla española.

El colegio donde sirve el P. José Miguel se llama Colegio Español y es un proyecto financiado por el gobierno de ese país Europeo. Tiene más de 700 alumnos entre niños y niñas quienes tienen la posibilidad de realizar sus estudios básicos y medios completos. Aparte del Colegio, la comunidad también tiene una de las parroquias más grandes de la isla y un centro juvenil con mucho movimiento. La comunidad religiosa la integran seis salesianos.

Antes de esta obediencia, el P. José Miguel estuvo cinco años y medio en Camerún, donde vivió distintas etapas dentro de su misión: comenzó como encargado del oratorio, luego párroco, ecónomo y finalmente director. Cataloga esta etapa de su vida como altamente enriquecedora, por cuanto compartió con salesianos que llevaban toda una vida en África, incluso uno de ellos, había llegado desde Francia un año antes que él naciera.

En relación a la realidad que viven los chicos tanto en Camerún como en Guinea Ecuatorial y la que le tocó vivir en Chile, considera que son similares: “Hay cosas de los chiquillos que son diferentes por las mismas marcas culturales, pero en general se parecen mucho. Tienen las mismas inquietudes, las modas, el Internet, y van asumiendo todo lo que les llega de occidente, por ejemplo, los pantalones medio abajo, los aros, los peinados y lo que es muy fuerte es el problema de alcoholismo, mucha cerveza. Pero yo diría que sean de dónde sean, siempre tienen sus necesidades: sentirse persona, sentirse respetado, querido, sentirse que uno se interesa por ellos. Eso aquí en Chile y también allá en África. Los chicos allá tienen menos posibilidades, pero tienen las mismas necesidades”.

Consultado sobre si recomendaría la labor de misionero a los jóvenes que hoy están en formación, señaló: “Creo que los chiquillos que sienten una vocación misionera deben enriquecerla, y comenzar por aquí, en su país. Si no siento mi opción por los más pobres aquí, no la voy a sentir en otro lado, si no vivo mi experiencia con Cristo con los chiquillos en medio de la gente aquí, tampoco la voy a vivir en otro lado. Yo soy misionero no porque cruzo la frontera física, eso lo puede hacer cualquiera. La primera frontera que debe cruzar un misionero es la de su corazón, sentirse enviado, vivir la fe y compartirla en otra parte”.

Finalmente recalcó que cada vez que viene a Chile se llena de fuerzas en el contacto con tantos salesianos misioneros en el país que viven su amor a Cristo y a la gente con pasión, y con el cariño y apoyo que siempre le han brindado sus hermanos de la Inspectoría.