“El Señor ha estado grande con nosotros ¡y estamos alegres!”

José Luis Cantero (60 años, Ingeniero Industrial) y Matilde Guisandez (57 años, Enfermera), son un matrimonio misionero español que, respondiendo al deseo de donarse completamente a la evangelización, entregaron dos años y medio de su vida para la colaborar con la Fundación Programa Don Bosco y la Parroquia Salesiana Jesús el Señor de la Florida, servicio que concluye esta semana. Regresan a su hogar el jueves 14 de junio, y antes de partir, OFISA ha conversado con ellos para conocer parte de esta experiencia que tiene mucho que decir en cuanto a la gestación de su venida, al abundante trabajo en estas obras de la Inspectoría, a los motivos de su regreso, y a la constatación que han hecho sobre la efectividad de la pedagogía del corazón a la hora de trabajar con los jóvenes, método utilizado por el Padre Fundador San Juan Bosco.

Gestación de su venida

“Tenemos que hacer algo”, fue lo que nació en su interior hace ya varios años, cuando vislumbraron el amor infinito y concreto de Dios en todos los aspectos de sus vidas. Una respuesta, una donación total fue una primera idea que se convirtió en certeza y que fue comunicada a sus cuatro hijos, a quienes no les sorprendió, puesto que aquella inspiración estaba en sintonía con la vida apostólica en la parroquia y en la acción social que ya ejercían desde hace tiempo en su patria.

Entregar algunos años de su vida al cien por ciento, juzgaron que no era posible en la propia España por la presencia de la familia, para la cual comenzaron la búsqueda de una organización que les ayudase a salir del país para cumplir ese objetivo. Llegan entonces a OCASHA, entidad dependiente de la Conferencia Episcopal Española que envía misioneros laicos diocesanos a lugares de misión, y que recibe peticiones y proyectos de países latinoamericanos y de África. Durante cuatro años se formaron allí, siendo los primeros jubilados en hacerlo, puesto que la mayoría de los miembros son jóvenes recién egresados de estudios superiores. El cuarto año de formación estuvo totalmente encaminado a la vida de misión, el que comprende el estudio de la Misionología en la Universidad. Los últimos tres meses se fueron a vivir en comunidad junto a tres misioneros, dejando así el hogar y sus trabajos, tiempo en el cual OCASHA recibió la solicitud del P. Rodrigo Carranza.

Llegada a Chile, su servicio

En marzo de 2005 llegan a Santiago para integrarse a la Fundación, que en aquel entonces no estaba constituida como tal. Indican que el cambio ha sido radical en estos dos años y medio. Cuando fueron solicitados por el P. Rodrigo se trataba de una obra de la parroquia Jesús el Señor de la Florida, y en los primeros meses de su estancia pasó a depender de la Inspectoría. Llegan a vivir a la comunidad de Valdocco en la Florida, con jóvenes y adultos en el segundo paso de su rehabilitación. Cuentan que en un primer momento les fue difícil adaptarse, por los factores culturales, pero reconocen una riqueza en la generación de vínculos con los jóvenes. Se abocaron a la terapia de familia, trabajo en las áreas educativas con dos de las tres casas de la Fundación. En lo particular de sus profesiones Matty –como le llaman a Matilde- se encargaba de la administración de medicamentos, acompañamiento de los muchachos al médico y terapia médica. José Luis, durante un año participó en la dirección de la obra de Pocochay, donde se trabajó en el levantamiento de una casa de rehabilitación que no se terminó por falta de fondos.

Luego de nueve meses se produjo un cambio significativo en la Fundación. El directorio decide introducirse en el campo de los niños de la calle, complementario al trabajo que se hacía con la rehabilitación, transformándose Valdocco en una casa de acogida para niños. Dejan la otrora casa de Valdocco -ahora casa Don Bosco Acoge- y se mudan a un departamento. Continúan con su servicio que se desenvuelve en el área pastoral, colaborando con el P. Juan Carlos Muñoz –hoy ya no presente en la Fundación- y el P. Giovanni Carraro en la preparación para los sacramentos, y el trabajo educativo con la terapia, donde se encargaban de hacer, entre otras cosas, la historia de vida de los muchachos, trabajo en áreas educativas como la sexualidad, familia, comunicación, salesianidad, visitas a los patios Galvarino y Punitaqui una vez a la semana y visita a los muchachos de la quinta región en Pocochay.

Durante el año en curso no les fue destinado trabajos de tipo terapéutico, por lo que se abocaron a colaborar con el trabajo de “Cristoterapia” del P. Giovanni y continuaron con la función educativa, visitando las casas de la Fundación. Además, han participado y colaborado en la Parroquia Jesús el Señor en la Catequesis Familiar, también dictando cursos de un mes para las familias en las distintas capillas; Matty ha ejercido servicios como voluntaria para el adulto mayor y, ambos participaron en las misiones populares realizada en los Vilos, experiencias que destacan por cuanto les ha enriquecido mucho en el contacto con las familias y el conocimiento de la cultura.

Regreso a España

Todos los veranos de estos años en Chile han regresado a España para cumplir con un trámite obligatorio, oportunidad en la que aprovechan de hacerse una revisión médica. En enero pasado le fue detectado un cáncer de próstata a José Luis, que fue intervenido en febrero y que hasta hoy no presenta complicaciones, pero que obliga a revisiones permanentes. Esto, junto con la boda de su hija fijada para el 23 de junio, además de situaciones organizativas, llevaron a OCASHA a pedirles que cesen en su misión, a pesar de que no concuerda con su deseo de continuar. Ciertamente es una experiencia abundante en estos años, que José Luis evalúa como altamente positiva, a pesar de las dificultades en la adaptación, sobre todo para él en el primer año; la asimilación del lenguaje, la convivencia y trabajo con jóvenes en situación de calle y droga y el dinamismo del proyecto en pocos años. “Pensamos que nuestro trabajo ha valido la pena, que el destinatario lo merece”, declara.

Por su parte, Matty indica que luego de una semana en Chile, sentía que estaba efectivamente donde Dios quería que estuvieran, lo que le entregó el sentido del trabajo durante este tiempo, a pesar de las dificultades, que, señala, no fueron pocas. Respecto del trabajo de rehabilitación, la experiencia les lleva a afirmar que es totalmente necesaria y que es la pedagogía del corazón, aquella que busca la rehumanización de estos muchachos, aquella que les devuelve la convicción de que son seres humanos amados por Dios e importantes para otros, la que entrega los resultados favorables.

Con un corazón regocijado y agradecido hoy cantan la frase del salmo 125: “El Señor ha estado grande con nosotros ¡y estamos alegres!”, que resume el sentimiento que les embarga, por todo cuando vivieron durante este tiempo, que sin lugar a dudas ha dejado huella indeleble en la Inspectoría y que con seguridad les ha ayudado en la respuesta a la enorme gracia que Dios les ha regalado.