Un pueblo fiel que esperaba con ansias la llegada del nuevo Pastor

Una larga espera tuvieron que vivir los fieles de la Arquidiócesis de Concepción antes de palpar y presenciar la llegada de un nuevo Pastor Arquidiocesano. Como es sabido en la Madre Iglesia, a los 75 años los obispos titulares presentan al Papa su renuncia en las sedes episcopales, lo que Monseñor Antonio Moreno –obispo saliente de Concepción- ya había hecho hace casi cinco años. Este 11 de marzo concluyó definitivamente esa espera con la toma de posesión del salesiano Monseñor Ricardo Ezzati en el templo catedral penquista.

La salida de un obispo y la entrada de otro es un acontecimiento importante para la vida de una Arquidiócesis, por cuanto la Iglesia significa para los miles de fieles y el pueblo en general. Así se notó en la jornada de este domingo, primeramente en la bienvenida efectuada en la Cruz Monumental que convocó a cientos de feligreses, varios de ellos miembros de comunidad educativo pastoral del Colegio Salesiano de la ciudad. La intendenta de Concepción María Soledad Tohá, junto a la Alcaldesa Jacqueline van Rysselberghe y el gobernador Rodrigo Díaz, máximas autoridades regionales, se dieron cita hasta el lugar para manifestar su apoyo al prelado salesiano en la nueva tarea que comienza.

“Es hermoso ver bajar de la montaña los pies del mensajero de la paz”, coreaba una y otra vez la multitud para encender el espíritu y adherir al nuevo pastor. Globos y pompones de color se agitaban al viento y las manos de Monseñor Ezzati se alzaban una y otra vez para responder al tremendo cariño que los penquistas tempranamente le comenzaron a manifestar.

Un compromiso de trabajar juntos por el bien de la comunidad fue lo medular de lo expresado por la Intendenta y el nuevo Arzobispo en los breves discursos que dirigieron en el momento. Concluido el acto, Monseñor abordó un antiguo auto Mercedes Benz clásico y se dirigió hasta la plaza Don Bosco. La escolta policial le permitió abrir paso incluso con el tránsito en contra y menos de cinco minutos llegó hasta el monumento que recuerda al Padre y Maestro de la juventud. Al descender se dio un par de minutos para contemplar la imponente estatua, saludó a algunos feligreses que lo esperaban y rápidamente abordó el auto para dirigirse al Colegio Inmaculada Concepción e iniciar la procesión hasta la Catedral.

Decenas de sacerdotes, seminaristas y mas de 30 obispos, entre éstos el Cardenal Arzobispo de Santiago Monseñor Francisco Javier Errázuriz y el Nuncio Apostólico Monseñor Aldo Cavalli, formaron la gran columna que avanzó en procesión desde calle Anibal Pinto, pasando por Barros Arana, hasta llegar a Caupolicán, lugar donde se encuentra la Catedral. Fue un bello signo de unidad de la Iglesia chilena en el centro neurálgico de la ciudad penquista; bordeando la plaza, los obispos saludaron a los feligreses hasta ingresar todos al templo madre. Una vez dentro, la masa que ocupaba las bancas brindó un prolongado aplauso a los prelados, acto que ciertamente reflejó la gratitud hacia la gran labor de Monseñor Moreno y el recibimiento al prelado salesiano.

Entre vítores y aplausos al nuevo pastor, grande era la algarabía, la que se frenó abruptamente cuando Monseñor Ezzati se arrodilló ante el Santísimo para elevar una oración. De ahí en adelante se dio paso a los ritos propios de la ceremonia: lectura de las letras apostólicas, entrega de la Cátedra (momento que monseñor Moreno entrega el báculo a Monseñor Ezzati) y saludo al nuevo Arzobispo.

La grandeza y variedad étnica y social de la Región se hizo presente en la Eucaristía, con la presencia de mapuches, mineros carbón, agricultores, trabajadores, estudiantes, representados simbólicamente en la entrega de las ofrendas.

Muchas fueron las ideas expresadas por el nuevo Arzobispo en la homilía, las que tuvieron como denominador común su deseo de ser para esta grey el Pastor que Cristo quiere que sea y, a la luz de la Virgen María, decirle “sí” al Señor y poner su vida al servicio del Reino.

Al salir nuevamente la procesión por el pasillo central de la Catedral, nuevamente los aplausos colmaron el ambiente. Un nutrido pie de cueca le esperaba a en el atrio al nuevo Pastor, el que disfrutó con mucho ánimo, para luego entregar algunas palabras a quienes no pudieron participar de la Eucaristía por asunto de espacio.

Finalizado ya este último momento, Monseñor Ezzati se dirigió nuevamente hasta el Colegio de Inmaculada para disfrutar de un vino de honor junto a sus hermanos obispos, sacerdotes, seminaristas, religiosos, religiosas y laicos invitados.