La Santa Sede reaccionó al anuncio de la aplicación de la pena capital al ex presidente de Irak, Saddam Hussein –ocurrida el sábado 30 de diciembre de 2006-, mediante un comunicado del Director de la Sala de Prensa, P. Federico Lombardi, S.J., quien reiteró la posición de la Iglesia contra la pena de muerte y auspició el inicio de un tiempo de reconciliación y paz para el país.
“Una ejecución capital es siempre una noticia trágica, motivo de tristeza, incluso cuando éste ha sido culpable de graves delitos”, dice la nota del P. Lombardi.
“La posición de la Iglesia católica, contraria a la pena de muerte, ha sido varias veces reiterada”.
“La muerte del culpable no es el camino para reconstruir la Justicia y reconciliar a la sociedad. Existe, por el contrario, el peligro de que esto alimente el deseo de venganza y se siembre nueva violencia”, agrega.
“En este tiempo oscuro de la vida del pueblo iraquí no puede sino auspiciarse que todos los responsables hagan verdaderamente todo esfuerzo para que en esta situación dramática se abran finalmente caminos de reconciliación y de paz”; concluye.
Hussein murió el sábado en Bagdad poco antes de las 6:00 a.m. -hora local-, ejecutado en la horca, según informó la televisión iraquí.
El ex dictador de 69 años fue conducido al lugar de la ejecución con un Corán entre las manos esposadas y la escena fue filmada y fotografiada.
La ejecución se realizó antes de lo esperado por la prensa para anticiparse a la Fiesta del Cordero musulmán, en la cual se enmarca la peregrinación anual a La Meca; ya que la actual ley iraquí prohíbe que se ejecute a un musulmán durante una festividad islámica.