Los monasterios de clausura no son inútiles, por el contrario, constituyen los “pulmones verdes” para quien busca silencio y meditación en nuestra sociedad, aseguró Benedicto XVI. Al rezar la oración del Ángelus junto a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano, el Papa recordó que el 21 de noviembre la Iglesia celebra la Jornada “pro Orantibus” dedicada a estas comunidades religiosas de vida contemplativa.
“Algunos se preguntan qué sentido y qué valor puede tener su presencia en nuestro tiempo, en el que hay que afrontar muchas y urgentes situaciones de pobreza y de necesidad-señaló- ¿Por qué “encerrarse” para siempre entre los muros de un monasterio y privar a los demás de la contribución de las propias capacidades y experiencias?, ¿qué eficacia puede tener su oración para solucionar los numerosos problemas concretos que siguen afligiendo a la humanidad?”dijo el Santo Padre.
“Estos hermanos y hermanas testimonian silenciosamente que en medio de las vicisitudes diarias, en ocasiones sumamente convulsas, Dios es el único apoyo que nunca se tambalea, roca inquebrantable de fidelidad y de amor-aclaró el Papa. Ante la difundida exigencia que muchos experimentan de salir de la rutina cotidiana de las grandes aglomeraciones urbanas en búsqueda de espacios propicios para el silencio y la meditación, los monasterios de vida contemplativa se presentan como “oasis” en los que el hombre, peregrino en la tierra, puede recurrir a los manantiales del Espíritu y saciar la sed en medio del camino”, afirmó.
Tras dar gracias a Dios “por el don de tantas personas que, en los monasterios y en las ermitas, se dedican totalmente a Dios en la oración, en el silencio y en el escondimiento”, alentó a ofrecer a estos hombres y mujeres “apoyo espiritual y también material para que puedan cumplir su misión de mantener viva en la Iglesia la ardiente espera del regreso de Cristo”.