La Educación Católica que queremos para Chile

En fidelidad a Jesús, la educación debe nacer, tener como centro y punto de llegada a la persona humana. Desde esa mirada, el Primer Congreso Nacional de Educación Católica definió, en una Declaración Final, sus principales compromisos, a partir del fecundo servicio que agradecen y de las debilidades que asumen.

La Declaración, titulada “La Educación Católica que queremos para Chile” fue dada a conocer, al concluir este viernes el Primer Congreso Nacional de Educación Católica, que reunió durante tres días (18 al 20 de octubre) a más de 1.500 personas vinculadas a las obras educacionales de la Iglesia Católica, acogiendo una invitación de los Obispos a poner en común sus reflexiones acerca de la identidad y desafíos de la Educación Católica, de cara al Bicentenario.

El texto fue leído ante la prensa por el Director Ejecutivo del Congreso, Padre Daniel Lescot, junto al estudiante de Derecho de la UCV Paul Guzmán, la profesora de Matemáticas Marcela Valenzuela, del Colegio Corazón de María (San Miguel) y el dirigente de los padres y apoderados católicos Hernán Tapia.

Presencia entre los más pobres

Junto con valorar el aporte de la Iglesia a la historia de la educación en Chile, el texto destaca que la enseñanza católica atiende a unos 570.000 estudiantes, cubriendo el 15% de la Educación Escolar y alrededor de 100.000 universitarios, el 22% de la Educación Superior, sin contar otros miles en la educación no formal, destinada a los más vulnerables.

“Damos gracias por estar presentes en todas las regiones del país y, principalmente, entre los sectores más pobres. Uno de cada cinco de nuestros estudiantes va a una escuela o colegio particular pagado. Más del 80% lo hace en escuelas gratuitas o de financiamiento compartido”, destaca la declaración.

Al mismo tiempo agradece la confianza depositada por las familias. “Gracias a su aporte y al del Estado (financiamiento compartido), hemos podido entregar un servicio permanente de calidad, junto con beneficiar a nuestros profesores”, subraya la nota.

Familia, primera educadora

Entre las debilidades, la declaración reconoce que la educación católica no siempre ha sabido presentar con creatividad y testimonio suficiente el mensaje del Evangelio, para que los jóvenes se enamoren de la persona de Jesús.

“Reconocemos que aún nos falta que egresen de nuestras aulas la cantidad de líderes que nuestro país necesita para ser más justo y solidario”, manifestan.

Respecto del debate nacional sobre la educación, el Primer Congreso Nacional de Educación Católica expresa su preocupación frente a “cierta intolerancia” que nos impide reconocer los importantes avances logrados en educación. También preocupa que algunos sectores estén convencidos de que las políticas educacionales son sólo tarea de técnicos o de las fuerzas sociales, marginando a la familia, primera educadora, de las decisiones que afectan o pueden afectar a sus hijos e hijas.

Hacia una educación de calidad

El Congreso también se siente preocupado por la falsa contradicción entre el derecho a la educación y la libertad de enseñanza. “El verdadero desafío es cómo progresamos hacia una educación de calidad para todos”, expresa la declaración.

La educación católica reunida en este Congreso se compromete a redoblar sus esfuerzos por la calidad de la educación, “porque creemos que si una escuela, un colegio o una universidad no son de calidad, no sirven del todo a la persona humana”.

Del mismo modo, se compromete a avanzar en la profesionalización de sus instituciones, y a hacer de sus procesos educativos, procesos aún más integrales, “donde la calidad no sólo sea logros de contenidos, sino de valores humanos y evangélicos, de compromiso con los demás y alegría de vivir”.

Servicio en red

“Nos comprometemos a que nuestros directivos sean animadores de nuestras comunidades, pastores y profetas. Que nuestros profesores y profesoras sean profesionales de excelencia, discípulos y testigos de la fe. Que los padres y apoderados fortalezcan su familia, y eduquen en comunión con el proyecto educativo de nuestros centros. Que la cultura escolar entre en diálogo con las culturas juveniles, para que los estudiantes sean realmente protagonistas de su proceso educativo”, agrega la declaración.

Finalmente, el Congreso expresa su compromiso a construir una red chilena de instituciones católicas de educación, con el objeto de poner en una mesa común su trabajo y desafíos. “De este modo no sólo nos ayudaremos entre nosotros, sino que podremos colocar nuestra experiencia al servicio de la educación del país”, señala.

Ver Texto completo Declaración

Imágenes, documentos y ponencias, junto a toda la información del Congreso: www.congresoeducacioncatolica.cl