El nuevo embajador de Chile ante la Santa Sede, Pedro Pablo Cabrera Gaete, presentó el viernes 9 de septiembre sus cartas credenciales al Santo Padre, que elogió en su discurso “la cercanía espiritual del pueblo chileno al Sucesor de Pedro, labrada a lo largo de la historia en concomitancia con la continua labor de la Iglesia a través de sus miembros e instituciones”.
El Papa recordó que Chile se aproxima a su bicentenario como república “con las esperanzas que nacen de un período particularmente significativo, en el cual se han logrado metas de desarrollo notables, se han ido consolidando las Instituciones y parece prosperar el clima de una convivencia pacífica”, y subrayó que “esos factores, así como la apertura a horizontes que van más allá de los propios confines, son ciertamente motivo de satisfacción, y también un nuevo llamado al sentido de responsabilidad, para mantener vigorosos los más altos ideales que dan vida a todo verdadero progreso y, a la larga, lo hacen posible”.
“A este respecto -prosiguió el Santo Padre- la Iglesia cumple su misión anunciando el Evangelio de Cristo, proyectando su luz sobre las realidades del mundo y del ser humano, proclamando por ello su más alta dignidad” y “comparte los anhelos de una justicia que no se vea mermada por el insuficiente respeto de la dignidad del hombre y los derechos inalienables que de ella se derivan”.
“Entre ellos cabe mencionar -prosiguió- el derecho a la vida en todas las fases de su desarrollo o en cualquier situación en que se encuentre, (…) el derecho a formar una familia, basada en los vínculos de amor y fidelidad establecidos en el matrimonio entre un hombre y una mujer, y que ha de ser protegida y ayudada, (…) el derecho primario a educar a los hijos según los ideales con los que los padres desean enriquecerlos”.
“La querida Patria chilena -observó el Santo Padre- cuenta con abundantes recursos históricos y espirituales para afrontar el futuro con fundadas esperanzas de alcanzar nuevas metas de humanidad, contribuyendo así a favorecer también en el concierto de las naciones vínculos de cooperación y convivencia pacífica”.
El Papa concluyó recordando a los santos de Chile Teresa de los Andes y al padre Alberto Hurtado, auspiciando que “los muchos dones que el Creador ha otorgado en la naturaleza a los hijos e hijas de Chile” siguieran “dando frutos que abran un futuro más próspero a las nuevas generaciones” para que “sean amantes de la paz y tengan un sentido trascendente de la vida, acorde con las seculares raíces cristianas del País”.