A pesar de estudiar en Chile el idioma del país del Norte, el Padre Luis Flores cuenta que eso no bastó para lograr una comunicación satisfactoria –en términos de lenguaje- con sus hermanos de comunidad una vez radicado en Estados Unidos, lo que le obligó, o si se quiere, le regaló un primer tiempo de silencio. Hoy, luego de casi un año y medio sirviendo en la Inspectoría Norteamericana de New Jersey, ya ha asumido la fonética suficiente que le permite entablar diálogos fluidos en inglés. Eso sí, gran parte de su tiempo continúa utilizando el español, puesto que es el idioma común de los fieles de la parroquia salesiana en la cual trabaja, integrada en gran número por residentes hispanos y otros tantos italianos.
A la hora de conocer los memoriales que Dios realiza en la vida de un salesiano, es fascinante ver que con cada uno teje una historia y un camino de profundo amor. Desde esa óptica entiende el Padre Luis su salida de la formación salesiana en la etapa del tirocinio cuando tenía 22 años, creyendo en ese instante que estaba llamado a la vida matrimonial. Se radicó en España como migrante y comenzó a ejercer su profesión en Artes Gráficas, de la cual se especializó en Italia. “Fue un tiempo muy hermoso que me permitió madurar verdaderamente”, señala. Luego de cerca de seis años en la madre patria, de experimentar una cultura distinta, una iglesia conservadora por ese entonces, conoce el Movimiento Focolar, que le permite descubrir que “la vida Cristiana es principalmente una cuestión de vivencia”. Se redescubre como cristiano y con eso, aparece nuevamente la vocación salesiana, de la cual se hace cargo comenzando un proceso de discernimiento que le mostró que debía volver a la congregación. Pidió ser readmitido y retomó el proceso a los 30 años de edad.
Otro hito en su vida fue conocer profundamente a San Juan Bosco, luego de 15 años de sacerdocio. Comenta que esto ocurrió realizando los cursos de salesianidad en Quito Ecuador, y que anterior a este hecho su afinidad era principalmente con la misión y el carisma, pero no con el padre fundador. “Después de hacer esos cursos descubrí la relación con él (Juan Bosco), de una manera mucho más humana, mucho más aterrizada”.
Su partida a Estados Unidos se comenzó a gatillar con los cursos de salesianidad realizados en Quito, tiempo en el cual ya discernía para partir ir en misión a algún lugar. Al comunicar su intención al provincial de la inspectoría donde se encuentra actualmente, fue invitado por él mismo para apoyar la gran necesidad que existe de salesianos para el trabajo con los hispanos, lo cual se concretó con el permiso del entonces Inspector y hoy Obispo de Punta Arenas, Monseñor Bernardo Bastres.
Familia y vida en la Inspectoría Chilena
El fallecimiento de su madre a los 11 años y el de su padre cuando residía en España, son también hitos que lo enfrentan con una especial perspectiva ante la muerte, y que lo han ayudado mucho en su trabajo espiritual. Luego del deceso de la madre, sus cinco hermanos fueron distribuidos en casas de tíos para lograr la crianza, siendo él enviado al Internado de Macul. Todo esto no le permitió generar vínculos con su familia. Sin embargo, luego de salir de la formación salesiana en la juventud, se dio el tiempo para reiniciar relaciones con su familia, logrando reencontrarse. Esta experiencia le llevó a la postre a especializarse en Familia como salesiano.
Una vez ordenado sacerdote desarrolló su ministerio en la obra de la Serena y Catemu, catalogando esta última como una de las experiencias más hermosas que ha vivido. “Era una parroquia rural y ahí aprendí a distinguir entre una papa y una cebolla”. Posteriormente sirvió cuatro años en la Diócesis de San Felipe como Vicario Pastoral. Los cuatro años siguientes trabajó en la Universidad Católica Silva Henríquez y luego en el Centro de Espiritualidad de Lo Cañas. Junto al Padre José Lino Yánez trabajó en la formación permanente y fue coordinador en el mismo tema a nivel cono Sur, lo que le permitió conocer las ocho inspectorías de la zona, trabajar en directa relación con los provinciales y conocer las realidades de la Inspectoría predicando retiros.
Parroquia en la que reside
Su comunidad actual está conformada por seis salesianos, varios de ellos con un promedio alto de edad (sobre 70 años). La ciudad donde reside se llama Elizabeth en New Jersey, de unos 120 mil habitantes, y la parroquia salesiana en la cual trabaja tiene como principal característica ser multicultural, al punto que se realizan Eucaristías en Inglés, Español e Italiano, incluso combinando los tres idiomas en una misma celebración. Cuenta que el problema de la escasez de vocaciones es latente también en Estados Unidos y que principalmente se nutren de Latinoamérica y Asia.
Al término de esta entrevista el Padre confirmó su regreso a la Inspectoría Chilena una vez que cumpla los tres años propuestos para este tiempo de misión. En lo inmediato estará en Chile hasta el 28 de septiembre, tiempo que aprovechará de encontrarse con su familia en Valparaíso. Participará en el encuentro que el Rector Mayor sostendrá con los salesianos en Catemu el lunes 25 de septiembre.