La casa de acogida Mamá Margarita, proyecto perteneciente a la Fundación “Centro Comunitario Laura Vicuña” (CENLAVI) de Puerto Montt, durante ocho meses contó con el trabajo de Pirmin Niklaus Loser Suter, suizo de 27 años que desde su lejano país decidió viajar a Sudamérica para realizar un voluntariado.
Ejerció el rol de educador en la residencia familiar, la que atiende a niños de entre 6 a 17 años en situación de abandono. El “Tío Nick”, como le llamaron en la obra puertomontina, es docente, tiene cuatro hermanos (dos hombres y dos mujeres) y conoció levemente el Carisma de Don Bosco en una retiro vivido en Suiza. Llegó a Chile en octubre del 2005, luego de una estada en Bolivia, lugar donde estudió español durante dos meses.
A continuación la entrevista realizada por el Equipo de Comunicaciones de la Inspectoría.
¿Como nació tu deseo de venir a Chile?
Desde hace mucho tiempo tenía la idea de viajar y pasar un tiempo fuera de mi país. Sudamérica me llamó la atención y por eso hicimos el contacto con los salesianos aquí en Chile. Yo quise viajar, pero no sólo viajar como turista, no es lo mismo. Tenía la idea de trabajar en un lugar como voluntario. En Suiza me preguntaron con cuál organización quería irme al voluntariado y yo dije que estaba abierto a cualquiera para conocer algo nuevo. Yo soy profesor y desde Suiza envié peticiones para trabajar en algún colegio, pero no resultó y después intenté diferentes caminos. Finalmente un amigo me habló de los salesianos.
¿Conocías el Carisma de Don Bosco?
Yo participaba con los Shöenstat en Suiza y alguna vez hicimos un campamento donde se tenía una figura para la vida espiritual. Una vez vimos la figura de Don Bosco, por eso sabía algo de ellos, pero no algo muy profundo.
¿Cual fue el trabajo que realizaste en la Casa de Acogida?
Trabajé en la casa de acogida donde hay 20 chicos abandonados de entre los 6 y 17 años de edad. Allá estaba como educador en la casa, como los demás tíos. Estaba encargado de levantar a los chicos, vestirlos, ayudarlos, ver el tema de la comida, entretenerlos, realizar diferentes talleres. Era la vida normal de una familia de esta casa con chicos.
¿Que significó para ti el trabajo durante estos ocho meses?
Fue algo especial en mi vida, porque es una experiencia que no pude hacer en Suiza. También tenemos casas así con niños abandonados, pero en menor proporción. Aquí es con un nivel de mucha pobreza, por eso es algo especial. Claro, no siempre es fácil; la vida de los chicos es complicada y se necesita una cierta distancia para que no te afecte mucho, pero lo más que me gustó fue el contacto con ellos, cómo viven y ser parte de lo que hacen. Además, el trabajo en la casa me dio la idea de lo que es un buen papá. Muchas veces yo ejercía esa función con ellos, cuando los ayudaba a dormirse, a acompañarles. Eso me gustaba mucho, una relación muy cercana.
¿Cual es tu relación ahora con Don Bosco?
Pienso que a Don Bosco le hubiese gustado esa casa, viendo su espiritualidad. Una casa para chicos en pobreza. Es algo sencillo para ayudar a los chicos y fue un regalo para mí. Pienso que es un regalo que vale mucho más que dinero.
Nick cuenta que una vez en Suiza comenzará su trabajo como profesor, impartiendo clases de Física, Biología y Educación Física, además de un poco Religión. Participará también en una parroquia con la Pastoral Juvenil. Comenta que la experiencia adquirida en Chile le ha enriquecido y siente seguridad de volver en alguna oportunidad a ver los chicos y educadores.