La esquiadora de Estados Unidos, Rebecca Dussault, ha puesto en las manos del beato Pier Giorgio Frassati, patrono de estos deportistas y ex-alumno salesiano, su sueño de ganar una medalla en los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebran en esta ciudad italiana.
Según informa el Washington Post, el día previo a su primera carrera –15 kilómetros a campo traviesa– Dussault peregrinó a la Catedral de San Giovanni Battista, donde reposan los restos del beato; y le pidió que la inspire con el mismo espíritu que lo animó a escalar las montañas para ayudar a los pobres. Ésta no era la primera vista a la Catedral que hacía Dussault. El año pasado viajó a Turín con su familia para visitar el templo, conocer la casa de los Frassati, y conversar con la hermana del beato, Luciana, de 103 años.
La esquiadora originaria de Gunnison, Colorado, es una católica devota; pero no una favorita para obtener una medalla. En su primera competición del 12 de febrero, quedó en el puesto 48; y su segunda carrera será el día 24 de este mes.
Dussault tuvo que dejar las competencias cuando tenía 19 años, para casarse y dar a luz a su bebé. Durante las Olimpiadas de Invierno de 2002, decidió regresar al deporte y encontró a un entrenador que comparte su fe.
A pesar de varios problemas, pudo integrar el equipo olímpico este año. Ella cree honestamente, que es el beato quien ha intervenido para que ella pudiese ser parte del grupo de atletas de Estados Unidos que participan en Turín.
‘Era un amante de la vida. Estaba enamorado de una chica. Escalaba montañas. Era guapo, volvía a casa sin abrigo porque se lo daba a algún pobre que lo necesitaba. Corría al seminario a rezar, no tomaba el bus para ir casa de modo que le quedara el dinero para dárselo a algún pobre… Era increíble’, comentó Dussault sobre el beato.