Roma, 4 octubre 2005.
Este lunes 3 de octubre, en el Aula del Sínodo, se celebró la primera Congregación General de la XI Asamblea General Ordinario del Sínodo de los Obispos, presidida por el Papa.
El cardenal Angelo Scola, patriarca de Venecia (Italia), presentó este lunes en la Oficina de Prensa de la Santa Sede el programa de trabajo de la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, de la que es el relator general.
También tomaron parte en el mismo acto el obispo Luis Antonio G. Tagle, de Imus (Filipinas) y el arzobispo Pierre-Antoine Paulo O.M.I., coadjutor de Port-de-Paix (Haití).
El cardenal Scola, tras explicar los puntos principales de su relación, afirmó que su esperanza para este Sínodo era ante todo la de “recuperar el primado del rito de la celebración eucarística”, fundamento de la Iglesia.
“No podemos reducir la Eucaristía -dijo- a una práctica de piedad comunitaria. El ‘rito’ es la palabra más plena para expresar como la Trinidad, en Cristo Jesús, viene al encuentro de mi individualidad. La Eucaristía -subrayó- no es ni un derecho ni una posesión: es un don”.
El relator del Sínodo informó también brevemente sobre algunos de los temas centrales recogidos en el “Instrumentum laboris”, y reveló que el argumento que más interés despertaba era el de “mantener la centralidad de la Eucaristía en su plenitud”, si bien otros temas importantes eran la profundización entre Eucaristía y sacerdocio, la cuestión de los “viri probati” (la ordenación sacerdotal de varones casados) y la relación entre Eucaristía y celibato.
Después, tomó la palabra el obispo Pierre-Antoine Paulo, que reafirmó que “la Eucaristía construye la Iglesia y la Iglesia construye la Eucaristía”, y manifestó el deseo de que el Sínodo favoreciese el ecumenismo. “Pidamos al Espíritu Santo –dijo– el don de la unidad”.
Por último, el obispo Luis Antonio G. Tagle expuso la situación de su país, Filipinas, donde “no se puede hablar de escasez de sacerdotes, ya que las vocaciones son muchas y los seminarios están llenos”, pero las comunidades católicas son tan numerosas, aseguró, que no hay sacerdotes suficientes para que puedan contar con una Eucaristía ‘plena’ los domingos.
Primera Congregación General del Sínodo.
Ante 241 padres sinodales, el Papa Benedicto XVI ofreció su reflexión al inicio de los trabajos sinodales. “Una de las funciones de la colegialidad –dijo– es la de ayudarnos a conocer la lagunas que no queremos ver: no es fácil ver los propios defectos y los otros los ven mejor que nosotros”.
En este sentido, prosiguió, “la corrección fraterna sirve para (…) que seamos más abiertos, para que (…) cada uno pueda encontrar la verdad, su integridad como instrumento de Dios. Todo ello exige humildad para no considerarnos superiores a los demás, sino para ayudarnos recíprocamente”.
De esa forma, “podemos ayudarnos con un gran acto de amor, acto de afecto colegial verdadero. Cuando una persona está desesperada, no sabe como salir adelante, necesita consuelo, necesita que alguien esté con el, que le aliente, que tome el papel del Espíritu Santo consolador “.
“Esta es una invitación a que nosotros mismos llevemos a cabo la obra del Espíritu Santo paráclito”. ¿Cómo podemos hacerlo –se preguntó Benedicto XVI– si no compartimos la misma fe que ninguno de nosotros ha inventado, sino que es la fe de la Iglesia?”.
“La fe es el fundamento común sobre el que estamos trabajando”, y en palabras de San Pablo, “hay una invitación a permanecer siempre en este fundamento que nos precede, a tener esta fe común. Cada uno debe vivir la fe”, explicó, “según su característica original, pero sabiendo siempre que esta fe nos precede” .
El Santo Padre concluyó alentando a los participantes en el Sínodo a ser “instrumentos de Cristo” y a “entrar en los pensamientos y en los sentimientos del Señor”.
El presidente delegado de turno, cardenal Francis Arinze, dirigió unas breves palabras al inicio de la sesión matutina. “Venimos –dijo– para reflexionar sobre un tema que toca el corazón de la vida de la Iglesia. La santísima Eucaristía, como dice el Concilio Vaticano II, “contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, el mismo Cristo, nuestra Pascua”. La Eucaristía “está en el centro de la vida eclesial”. A continuación, el secretario general del Sínodo de los Obispos, el arzobispo Nikola Eterovic, informó sobre las actividad del consejo de la secretaría general durante el tiempo transcurrido desde la anterior asamblea, y subrayó que si Juan Pablo II comenzó la preparación de la XI Asamblea General Ordinaria, su sucesor, Benedicto XVI, la concluirá.