Santiago, 21 junio 2005.
El salesiano Mons. Ricardo Ezzati, obispo auxiliar de Santiago, envió un mensaje de condolencias a la comunidad salesiana de Iquique donde destaca las virtudes del padre Sabino Servidei, a quien calificó como un hermano “salesiano, sacerdote y misionero al ciento por ciento”.
TEXTO COMPLETO DEL MENSAJE:
“Apreciados hermanos,
Ayer por la tarde (domingo por la tarde) el Padre Inspector me ha comunicado que el P. Sabino Servidei F. ha pasado a la Casa del Padre. Poco más tarde, Ustedes han tenido la misma gentileza. Les agradezco de corazón.
En primer lugar, comparto con Ustedes, la Comunidad del P. Sabino, y con la Inspectoría de Chile, el dolor que acompaña la separación de un hermano; comparto también la oración y la esperanza puesta en el Señor de la Vida. También en el caso del P. Sabino podemos reconocer la verdad de cuanto afirman las Constituciones salesianas: ‘cuando un salesiano muere trabajando por las almas, la congregación alcanza un gran triunfo’.
Tendría mucho que decir acerca del P.Sabino. Destaco sólo algunos aspectos:
1.- Lo he visto y sentido salesiano y sacerdote ‘al cien por ciento’: convencido y agradecido de su vocación; alegre y pleno en la misión apostólica; incansable y creativo en la acción pastoral; amante y responsable de su tarea. No había espacio en él para el pesimismo y las dificultades no le cerraban el camino. Así lo he conocido en Talca Santa Ana, en Catemu, en Iquique. Otros podrán astestiguar de los períodos anteriores, en el Colegio Salesiano de Puerto Natales o en la Escuela Agrícola de Porvenir. De los diálogos y las conversaciones con él, uno salía animado y fortalecido.
2.- Lo he visto y sentido como un hermano ‘al cien por ciento’ : acogedor, atento y dispuesto a crear alegría y fraternidad en el seno de la comunidad, fuera tocando el acordeón o preparando un plato especial de tallarines; dirigiendo el coro de niños cantores (–de niños gritones– decían sus amables críticos) que acogían al inspector o a toda visita ilustre que llegaba a la casa o siendo la voz sonora de la conversación. Nunca olvidaré las expresiones de su gratitud, cuando al cumplir los cincuenta años de su ordenación presbiteral pude conseguir que participara de un encuentro con el Santo Padre Juan Pablo II.
3.- Lo he visto y sentido como un ‘misionero al cien por ciento’ cuya pasión fue el Reino del Señor. Trabajó incansablemente para que la imagen del Sagrado Corazón estuviera en muchas familias. Y quien no recuerda el trabajo febril que lo mantenía ocupado desde octubre y hasta el inicio de la Cuaresma del año siguiente, primero para preparar el altar de la Virgen, con ocasión del mes María, y después para alistar el monumental pesebre, con ocasión de Navidad. Estando en Roma, me pidió el servicio de gestionar la compra de los “farolitos rojos” que acompañarían la procesión de los primeros viernes o la adquisición de filminas con las que enriquecía sus catequesis. Donde trabajó supo infundir entusiasmo y piedad.
Doy gracias a Dios por este hermano. Me cuesta imaginarlo descansando en el jardín salesiano del paraíso. Junto al Señor que lo ha acogido, seguirá con alguna peguita: no serán una tablas, un martillo y unos clavos; no será levantar un monumento a San José, o un artístico Pesebre, será su labor de intercesor, para la iglesia, para la Congregación y especialmente para obtener la gracia de nuevas vocaciones, tan entusiastas y generosas como la suya.
+ Ricardo Ezzati A., S.D.B.
Obispo Auxiliar de Santiago.