Santiago, 4 abril 2005.
Los funerales del hermano salesiano, Sr. Juan Caluschi Balzarini, se realizaron ayer en el Templo María Auxiliadora de Salesianos Alameda, donde se destacó su dedicación y exigencia en la formación profesional de los jóvenes, su preocupación por la comunidad y su profunda unión con Dios.
A las 15:00 hrs. comenzó la Eucaristía presidida por el provincial salesiano, padre Bernardo Bastres, y concelebrada por una treintena de sacerdotes, salesianos de las casas de formación y otros fieles que quisieron acompañar en el último adiós al “señor Caluschi”.
En la homilía, el padre Bastres hizo una reseña de la vida del “señor Caluschi” –como se le conocía–, que cumplió en febrero pasado 94 años de edad y 70 años en Chile.
El Provincial recordó el espíritu sencillo del señor Caluschi, su capacidad de trabajo y preparación en el área de la mecánica. También recordó lo exigente que era con los alumnos y como los acompañaba en sus prácticas profesionales y la relación cercana que mantenía con ellos, al punto de llegar a admirarlo. Sus exalumnos del Instituto Don Bosco de Punta Arenas lo invitaron en 1987 a la ciudad, para rendirle un homenaje.
“Como Jefe del taller era exigente, les pedía a los muchachos responsabilidad, orden, limpieza, les decía un que taller de mecánica no es sinónimo de suciedad, sino todo lo contrario, les pedía que mantuvieran los lugares limpios, libres de aceite y grasa…cuánto luchó para que el piso del taller tuviera baldosas, de tal manera que fuera un lugar limpio y agradable. Una vez que los muchachos necesitaban hacer la práctica y encontrar trabajo, el mismo Sr. Caluschi recurría a sus conocidos y exalumnos más antiguos y los ubicaba en los lugares que les permitirían ganarse el pan de cada día”, recordó Bastres.
El superior salesiano recordó el cariño que el señor Caluschi le tenía a la Congregación y su vivencia religiosa. “era un hombre que mantenía una relación profunda con Dios. Lo vimos siempre participar de la Eucaristía, rezaba varios Rosarios cada día, y trataba de responder con generosidad de corazón a la vocación a la cuál Dios lo había llamado.”
Durante la homilía se rocordó a modo de testamento espiritual uno de los pocos escritos de don Juan Caluschi, cuando, con ocasión de la celebración de sus 65 años de vida religiosa, recordó a los jóvenes “que sean perseverantes y recuerden que sin sacrificio no hay perseverancia”.
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