Arica, 24 marzo 2005.
El Obispo de Arica, Mons. Héctor Várgas Bastidas, S.D.B., afirmó que no faltarán vocaciones “si se eleva el tono de nuestra vida sacerdotal, si fuéramos santos, más alegres, más apasionados en el ejercicio de nuestro ministerio”.
En su homilía, durante la Misa Crismal, el pastor recordó que un sacerdote conquistado por Cristo, conquista más fácilmente a otros para que se decidan a compartir la misma aventura. “Es allí donde el sacerdote tiene la posibilidad de cumplir su tarea de pastor: de todos modos es su Misa la que se extiende, es su unión espiritual con Cristo Sacerdote y Hostia lo que lo lleva a ser –como decía San Ignacio de Antioquia-– trigo de Dios para que sea hallado pan puro de Cristo. Para el bien de los hermanos”.
Citó Mons. Vargas escritos del Padre Alberto Hurtado en que afirma que el hombre moderno, aunque sea sacerdote, no puede librarse del ambiente pagano del mundo que lo rodea. Ha de conocer este mundo, juzgarlo y superarlo. Si no, no podrá convertirlo.
“Las cruces, queridos hermanos en el sacerdocio, no han faltado y no faltarán…pero ¡quién no las tiene!… Ellas por otra parte, son el signo más concreto de la autenticidad de nuestro seguimiento tras aquel que ha sufrido, muerto y resucitado por la salvación del género humano”, expresó el Obispo de Arica.
Sostuvo que, igual que el Señor en la Misa, “estamos llamados también nosotros a ser Eucaristía para los demás, es decir, un verdadero pan comido y compartido para la vida del mundo… nuestra vida sacerdotal ofrecida y entregada sin esperar recompensa, se convierte en alimento de vida para el mundo”.