Cuatro salesianos reflexionan sobre los últimos hechos de violencia juvenil en Chile

Santiago, 7 octubre 2004.
La opinión pública chilena está preocupada por la seguidilla de acontecimientos de violencia protagonizada por jóvenes, muchos de ellos al interior de establecimientos educacionales.

Propuestas diversas desde diferentes sectores de la sociedad, plantean maneras de enfrentar la actual problemática juvenil. Cuatro salesianos acogieron la invitación para realizar una reflexión y propuestas desde la experiencia salesiana.

El obispo auxiliar de Santiago, Mons. Ricardo Ezzati, el director de la obra salesiana de Puerto Montt, padre Natale Vitali, el párroco de San Juan Bosco de La Cisterna, padre Luis Flores y el viceprovincial salesiano, padre Hugo Strahsburger coinciden en la importancia de aportar a la sociedad, a la educación y la familia, con la riqueza del Sistema Preventivo heredado de San Juan Bosco.

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A continuación cada una de las reflexiones de los salesianos:

MONS. EZZATI: “NINGUNA VIOLENCIA PUEDE DEJARNOS INDIFERENTES”

[Mons. Ricardo Ezzati invita a valorar lo positivo en la juventud y a no ceder a la propuestas represivas de trato a los jóvenes. Llama a considerar las incongruencias del sistema educativo que promueve a la misma altura la solidaridad y la competitividad. Hace un llamado a intervenir públicamente desde la experiencia salesiana.]

1.- Violencia juvenil, jóvenes violentos o jóvenes víctimas de la violencia de otros jóvenes, estremecen profundamente la identidad vocacional y misionera de un salesiano. Un sólo hecho es suficiente para impactar y para provocar reacciones. Se trata, en efecto, de quienes y para quienes hemos consagrado la vida a Dios; de quienes a los cuales, a ejemplo de Don Bosco, hemos prometido a Dios entregar hasta nuestro ultimo respiro.

Ninguna violencia debe ser justificada y ninguna violencia puede dejarnos indiferentes. Con justa razón, los últimos hechos que dan razón de vidas jóvenes tronchadas por la acción insensata de otros jóvenes, en Viña del Mar o en Santa Juana, nos causan una profunda inquietud. Son situaciones límites, sin duda, pero situaciones que se ven acompañadas también por otros y crecientes hechos de intolerancia y de atropello.

2.- ¿Qué decir ? Y, sobre todo,¿qué hacer? Me parece importante que educadores y pastores emitamos una señal clara y esperanzadora. Sintetizo mi convicción en cuatro puntos, presentes en nuestra tradición educativo-pastoral:

2.1.- Don Bosco nos ha enseñado a entrar en la historia de los jóvenes, en primer lugar, apreciando sus talentos y sus posibilidades de bien. Nos ha enseñado a creer en su capacidad de razonar, de apreciar la belleza de la virtud y de ser responsables frente a sus deberes. Nos ha dicho que el elogio de la virtud no es algo banal, sino un poderoso estímulo para crecer en el bien. La empatía, la cercanía y el afecto son herramientas preciosas para que los jóvenes sigan el camino bueno que les viene propuesto por sus padres o educadores. “La educación es cuestión de corazón…”.

2.2.- El Método Preventivo de Don Bosco y la experiencia educativa salesiana nos indican con claridad meridiana que el camino para superar la crisis no es la medida de represión. La violencia no se vence con otras violencias. Por eso, debiéramos encontrarnos concordes en rechazar las medidas represivas invocadas desde varios sectores de nuestra sociedad. Una palabra pública, desde la experiencia del Sistema Preventivo, podría ser un aporte significativo para evitar de caer en la fácil tentación de la “mano dura” o de la “tolerancia cero”.

2.3.- Positivamente, ¿cómo educar a la convivencia pacífica y cívicamente madura? Personalmente, estoy convencido que no bastan programas específicos, por muy buenos que sean. El respeto a la vida, a la integridad y a la dignidad del otro, no se aprenden con campañas esporádicas y puntuales, sino a través de ese largo proceso educativo que, partiendo de la familia, se explicita y desarrolla en la escuela, en la parroquia u en otros centros de socialización y encuentra apoyo en las señales emitidas por los responsables de la conducción de la sociedad civil. A veces, la falta de congruencia en los programas, resulta fatal para los jóvenes: ¿cómo compatibilizamos, por ejemplo, la “competitividad” con la invitación a la “solidaridad”, presentes en los objetivos de la educación pública?

2.4.- La motivación evangélica y la experiencia de vida propuesta por Jesús constituye, sin duda, una poderosa invitación para que los jóvenes vayan construyendo su futuro sobre la roca firme de la bienaventuranza del corazón manso, de la pobreza de espíritu y de los constructores de justicia y de paz. Al mismo tiempo, la mediación educativa de maestros pacíficos, sabios y santos, hecha cercanía, estímulo y compañía, adquiere para los jóvenes el valor de una propuesta concreta y atrayente de vida, en la que es parte esencial, la paz y el respeto incondicional de todo prójimo.

+ Ricardo Ezzati A., S.D.B.
Obispo Auxiliar de Santiago

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“LOS COLEGIOS NO SON ISLAS CULTURALES”

[El padre Natale Vitali recuerda que en los colegios se refleja la convivencia social, donde podemos percibir altos niveles de agresividad y violencia. Realiza propuestas al alcance de los educadores para aportar en la realidad juvenil.]

“La violencia juvenil en los colegios” es la nueva receta que vende en este momento en el mundo mediático. No niego que el problema existe y los que somos educadores lo palpamos día a día. Han aumentado las pandillas juveniles, el fenómeno del alcohol y de la droga, pocas estructuras para el tiempo libre de los jóvenes.

Sin embargo, es necesario aclarar algo: los colegios no son islas culturales ni sociales de la sociedad. La violencia es algo que existe en nuestra sociedad nacional e internacional. No hay que dar muchos ejemplos para ver como la comunidad internacional resuelve sus conflictos; basta leer las noticias y ver las ofensas entre políticos de uno y otro partido. Esta es la sociedad donde vivimos y los niños y jóvenes respiran este aire.

¿Qué podemos hacer los educadores? En primer lugar: no esconder el problema ni magnificarlo a través de los medios de comunicación social. Hacer un trabajo mancomunado con la familia. Crear más estructuras y abrir nuestros colegios para que los jóvenes ocupen mejor el tiempo libre. El sistema preventivo nos puede ayudar mucho: estar con los jóvenes, quererlos y aceptarlos.

P. Natale Vitali F., S.D.B.
Director Puerto Montt

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El SISTEMA PREVENTIVO, UN TESORO EDUCATIVO PARA LA FAMILIA

[El padre Luis Flores coloca la mirada en la familia y cómo la sociedad y la escuela la pueden apoyar para llevar adelante la tarea educativa. En ese contexto, el Sistema Preventivo de Don Bosco encierra la riqueza de la práctica del amor cristiano.]

Los jóvenes que matan a sus compañeros y el cambio irreversible que ello provoca en sus vidas y las de sus familias nos ha golpeado con fuerza en estos días. Acciones violentas que no se improvisan y que comienzan con la violencia del desamor de cada día. Contexto de tantos jóvenes con padres ausentes.

La Semana de la Familia, como la vida, la estamos celebrando entre el mar de la violencia y la esperanza cierta de la última palabra reservada al triunfo de la paz, de la armonía y fraternidad entre los hombres: La Resurrección.

Ahí encuentran los padres la fuerza para continuar su compromiso educativo. En ella encontró Don Bosco la fuerza para lo que llamó “el Sistema Preventivo”.

“Si en nuestros hogares se pone en práctica este sistema -escribió San Juan Bosco-, yo creo que podremos lograr grandes ventajas sin recurrir ni al látigo ni a otros castigos violentos. Son unos cuarenta años que estoy en contacto con la juventud, y no recuerdo haber usado ninguna clase de castigos, y con la ayuda de Dios siempre obtuve no solamente lo que debía, sino también lo que simplemente deseaba lograr, y eso, de aquellos mismos chicos para quienes parecía haberse perdido toda esperanza de buen éxito”.

¿Cómo estamos formando a nuestros hijos? Se puede educar repitiendo “lo que hicieron conmigo”, o se puede aplicar un “sistema”, que tiene la ventaja de ofrecer puntos de referencia y por tanto facilitar la tarea de los padres.

Don Bosco mismo nos anima y facilita un camino: “La práctica de tal sistema se apoya por completo en las palabras de San Pablo, quien dice: el que ama es paciente y generoso. El que ama es respetuoso, no busca su interés, no cede a la ira, olvida las ofensas; quien ama todo lo perdona, en todos tiene confianza, todo lo aguanta, nunca pierde la esperanza”.

El amor, vivenciado en la interacción diaria con los padres, es la roca sobre la cual los hijos construyen su vida. Un amor que no consiste en proveer bienes sino, en seguir el consejo y secreto fundamental de Don Bosco, educador y formador de educadores: “Esfuérzate en hacerte querer”.

Evidentemente la familia no puede luchar sola. Necesita del apoyo de la escuela, de la sociedad. Cuando los jóvenes se sientan queridos en sus casas, en los colegios y valorados en la sociedad cesará la violencia y habrá triunfado la vida.

P. Luis Flores F., S.D.B.
Párroco “San Juan Bosco”
La Cisterna

Nota: consulte sobre el “sistema preventivo” y “exija” su aprendizaje y aplicación en la Obra Salesiana más cercana a su domicilio.

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REFLEXIÓN SOBRE LA VIOLENCIA JUVENIL

[El padre Hugo Strahsburger invita a mirar la experiencia de San Juan Bosco. Su sistema de acogida a los jóvenes nos debe interpelar en estos momentos de realidad juvenil, así como nosotros debemos intervenir en los actores sociales para concretizar una mayor preocupación por la realidad juvenil.]

Es necesario situar el tema de la violencia juvenil en sus justas dimensiones, en cuanto que puede ser magnificado por los medios de comunicación, y ubicado en el contexto juvenil donde conviven diversos grupos de jóvenes, entre los cuáles la mayoría no ha entrado en los caminos de la violencia agresiva o mortal.

La violencia juvenil de los grupos que la ejercen nos causan preocupación, y los diversos responsables sociales nos preguntamos por las causas, y cómo transformar la agresividad en convivencia pacífica.

Los salesianos somos hijos de un padre que desde el inicio de su sacerdocio educativo y juvenil, se preocupó por prevenir las causas de la violencia juvenil de los jóvenes obreros que después de sus trabajos iban generalmente a las tabernas, o eran invitados a jugar y beber en grupos donde se podían engendrar múltiples acciones delictuales.

Don Bosco les invitaba a ir a su Oratorio o centro de acogida donde podían encontrar amistad, entretenciones, profesores o amigos que les pusieran al día en los conocimientos básicos, celebraciones religiosas, comida y orientaciones para saber moverse en un mundo laboral complejo y a veces injusto. El optó por la prevención como educación y evangelización de los jóvenes. Prevenir consiste en educar a los valores, a la amistad, al trabajo, a la convivencia en grupo, a la aceptación de sí mismo, a encontrarse con Dios, de modo que la personalidad del joven quede reforzada con actitudes y aptitudes hacia el bien y el servicio solidario.

Don Bosco educó a la paz y a la convivencia, al respeto a los derechos de los demás, ofreciendo experiencias educativas, recreativas, religiosas y sociales a los jóvenes, donde él mismo y sus salesianos estaban presentes.

El desafío es hoy nuevamente cómo transformar la violencia y la agresividad latente en muchos de los jóvenes, a través de la preventividad o la educación, el diálogo, la cercanía, la afectividad y el aprecio por el joven.

Los hechos de violencia de muerte protagonizados por jóvenes y adolescentes de estos días nos impactan. No queremos quedar pasivos. Llevemos nuestra palabra y nuestra propuesta de prevención, diálogo y acercamiento a los adolescentes y jóvenes a los colegios, a los centros de padres, a los profesores, a los centros deportivos, a los lugares de entretención juvenil, a las plazas, y a los lugares de oración y celebraciones religiosas.

Invitemos a los profesionales de la radio, la televisión y los diarios a que resalten más las experiencias positivas que realiza la juventud, y cuando deban mostrar hechos negativos de los jóvenes, que inviten a la prevención, y no generen más daño moral y social, como sucede a veces por el modo de tratar los temas de esta naturaleza.

A los gobernantes, a los políticos y a los líderes sociales invitémosles a dialogar con los jóvenes, a escucharles y a proponerles más participación y la generación de mayores lugares y oportunidades para la juventud especialmente más marginada social o económicamente, pues las frustraciones sociales, la marginación, la pobreza, y el vacío interior son el mejor caldo de cultivo para la violencia de los jóvenes. Qué bueno sería revisar los presupuestos anuales nacionales y cuánto de ello se podría aumentar para la prevención en adolescentes y jóvenes.

Dios nos habla a través del dolor de muchos jóvenes y también a través de estas tragedias que nos conmueven profundamente. No podemos quedar indiferentes o sordos. Aún es tiempo de reaccionar…

P. Hugo Strahsburger S.M., S.D.B.
Vice provincial Salesiano