Provinciales y formadoras del Cono Sur de las Hijas de María Auxiliadora reflexionan sobre el Plan de Formación

Santiago, 14 septiembre 2004.
“Nuestra gran preocupación es qué podemos hacer para cuidar la calidad y cuidar la formación en todas las etapas y sobre todo dar a las jóvenes una solidez para enfrentar las diversas situaciones de la vida”, manifestó sor María Américo Rolim, miembro del Consejo General de las Hijas de María Auxiliadora y coordinadora del Ámbito de la Formación, que junto a sor Dulce Hirata, colaboradora del Equipo Central, se encuentra reunida desde ayer en la Casa Provincial de las Hermanas en Santiago, con las hermanas provinciales y los equipos formativos de las Inspectorías del Cono Sur.

Durante dos días, las Conferencia Interinspectorial Cono Sur América Latina (CICSAL) reúne a las hermanas provinciales y a los equipos formativos en la Casa Provincial de Santiago, para reflexionar acerca de la inculturación del Plan de Formación que las Hijas de María Auxiliadora llevan adelante desde el año 2000. Se trata de un documento cuya elaboración significó una consulta mundial y el trabajo de dos años de una comisión dirigida por el Consejo General y el ámbito de la Formación.

“Se trata de pasar de los papeles a la vida”, señala sor Dulce Hirata, del Equipo Central de la Formación de las hermanas. “La gran novedad de este plan, es que su punto de partida es la formación permanente”, agregó. Se trata de un cambio de mentalidad, de óptica; una mirada nueva hacia la formación que es necesario implementar de acuerdo a la cultura de cada Provincia, explican las hermanas.

Sor María Américo —consultada sobre la disminución numérica que afecta a las comunidades religiosas— manifestó que es “una preocupación, no es indiferente el número, pero nuestra gran inquietud es qué podemos hacer para cuidar la calidad y cuidar la formación en todas las etapas y sobre todo dar a las jóvenes una solidez para enfrentar esta situación y otras para que el Instituto pueda seguir con su misión”.

“La madre general dice que la disminución numérica es un problema de toda la Iglesia, y que podemos transformar estas crisis en una gran oportunidad para cuidar la calidad y ser más radicales evangélicamente. La minoridad evangélica es una oportunidad para volver a la radicalidad. Estamos preocupadas sí con el número, pero más nos preocupa la significatividad de las hijas de maría auxiliadora en el mundo educativo y en los otros ámbitos de la misión”, señaló sor Dulce Hirata.

Las hermanas que trabajan en la casa central de las Hijas de María Auxiliadora en Roma, manifestaron —citando el documento capitular— que el Instituto está preocupado por llevar adelante “un proceso vital de renovación, en el contexto del estudio sobre la vida religiosa hoy en la Iglesia, mediante la profundización personal y comunitaria de las Constituciones actuales, la asimilación de las orientaciones del Capítulo general, la inculturación del proyecto formativo, y la elaboración de las líneas orientativas de la misión educativa de las HMA”